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Los ocho soles– ⭐Cenicientas.es

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En un tiempo ancestral, nuestro mundo estaba gobernado no por uno, sino por ocho soles, cuyo inmenso calor y luz hacían la vida casi imposible. La severa sequía había evaporado las fuentes de agua, dejando a humanos y animales en una desesperada lucha por la supervivencia en un planeta que se convertía rápidamente en un desierto.

Ante esta situación crítica, un grupo de sabios en Asia concluyó que la única solución era reducir el número de soles a uno. La tarea recayó en el arquero más hábil del pueblo, quien con valentía disparó flechas a siete de los soles, ocultándolos para siempre. Sin embargo, el último sol, temeroso de correr la misma suerte, se escondió, dejando al mundo en oscuridad y frío.

Los habitantes, desesperados por la ausencia del sol, intentaron con llamados de socorro de todas las especies animales, pero fue en vano. Hasta que un pequeño gallo, con su canto penetrante y lleno de esperanza, logró conmover al sol ausente. Reconociendo la importancia de su existencia para la vida en la Tierra, el sol decidió volver, trayendo consigo la luz y el calor necesarios para revivir el planeta.

Este renacimiento marcó un nuevo comienzo para la Tierra, con el gallo ganándose el honor de despertar al sol cada mañana con su canto, asegurando que nunca más se olvide de su crucial papel en la vida del planeta.

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Este cuento, más que una simple historia, es una poderosa enseñanza sobre la esperanza, la valentía, y la importancia de cada ser en el equilibrio del mundo. Refleja cómo incluso la voz más pequeña puede hacer una diferencia significativa, un mensaje vital para compartir con nuestros hijos.

En Cenicientas, entendemos la importancia de compartir estas historias llenas de valores y lecciones con nuestros niños. Por ello, invitamos a los padres a explorar nuestra web, donde encontrarán una rica colección de cuentos, fábulas, biografías, historia del arte y consejos prácticos para la educación de los hijos. Cada narrativa está diseñada para inspirar, educar y entretener, contribuyendo al desarrollo emocional y moral de los pequeños y ofreciéndoles herramientas para enfrentar los desafíos de la vida con valor y esperanza. Visítanos en Cenicientas y descubre el mundo de posibilidades que aguarda para enriquecer la vida de tus hijos.



Hace miles y miles de años, nuestro planeta no viraba como ahora en torno a un solo sol, sino más bien de 8 soles. Como te puedes imaginar, el calor y la luz eran tan intensos, que hacían prácticamente inaguantable la vida en la tierra.

A los humanos les resultaba realmente difícil cultivar pues prácticamente todos los mares, ríos y lagos se habían evaporado, dejando los campos totalmente secos. Los animales ya no hallaban árboles donde cobijarse ni pastos que comer. Por desgracia, tampoco quedaban lugares habitables a los que emigrar para poder subsistir. La escasez de comestibles y agua era tan grande, que nuestro fantástico planeta azul se estaba transformando en un planeta yermo en el que la poca vida que quedaba estaba a puntito de extinguirse.

Un día, en un sitio de Asia, un conjunto de hombres decidió que la situación era verdaderamente agobiada ¡8 soles alumbrando y calentando la tierra eran demasiados!

Hablaron largo y tendido sobre de qué forma poner punto y final a esta horrible situación y llegaron a la conclusión de que lo mejor, era atemorizar a 7 soles y quedarse únicamente con uno.

La idea era buena pero… ¿De qué forma hacerlo?

A un joven se le ocurrió que podían llamar al arquero más hábil del poblado a fin de que disparase a los soles y se ocultaran por siempre. A todos les pareció una alternativa estupenda y, sin perder tiempo, salieron en su busca.

El arquero se sintió muy halagado y admitió encantado la propuesta. Eligió las 7 flechas más afiladas que tenía y subió a lo alto de una montaña. Tensó el arco, afinó la puntería y disparó al primer sol. El refulgente astro, al percibir el impacto, se amilanó y se ocultó por siempre. Después, hizo lo mismo con el segundo, con el tercero, con el cuarto, con el quinto, con el sexto y con el séptimo sol.

Hasta ahí, el plan había salido con perfección, mas algo sucedió: el octavo sol, al ver lo que ocurría, tuvo temor y decidió desaparecer del cielo antes que una de esas flechas puntiagudas le hiriese en lo más hondo de su corazón.

Espantado, se deslizó tras el horizonte. De forma automática, la luz y el calor se difuminaron, la obscuridad se apropió del planeta y un frío enorme se extendió por todos y cada uno de los continentes.

Los hombres del poblado se abrazaron horrorizados y se pusieron a plañir sin parar de mirar el firmamento ¡No podían vivir sin el octavo sol!

Se juntaron nuevamente a deliberar por el hecho de que la situación era crítica y había que localizar una solución veloz y eficiente. Un chico sugirió que quizás si el sol escuchaba la llamada de socorro de los animales, sentiría pena y volvería. El resto se miraron y sin decir solamente, se desperdigaron a toda velocidad para informar a miembros de diferentes especies. Como era de aguardar, los animales entendieron la necesidad de cooperar y subieron a la montaña para procurar contactar con el sol.

Una vaca mugió, un elefante barritó, un tigre rugió, un caballo relinchó… Cada uno de ellos sin salvedad fue llamando al sol con sus fuerzas, mas no se logró nada. El sol estaba tan atemorizado que se negaba a volver.

Cuando ya habían perdido toda esperanza y un mantón de hielo empezaba a cubrir todos y cada uno de los vales hasta donde alcanzaba la vista, llegó un pequeño gallo resuelto a echar una mano. Alcanzó la cima de la montaña y envuelto en la penumbra, sacudió las plumas, estiró el cuello y empezó a cantar con sus fuerzas.

El kikirikí lastimero del animal resonó en el espacio y llegó a oídos del octavo sol. La enorme estrella sintió mucha ternura y entonces entendió que no tenía nada que temer. En el fondo, era siendo consciente de que sin su magnífica presencia, la vida desaparecería en cuestión de horas y la tierra terminaría siendo una terrible bola gris cubierta de polvo y piedras.

Y de esta manera fue de qué manera, con timidez, el bello y también increíble sol empezó a salir en la distancia frente a la mirada estupefacta de todos y cada uno de los seres vivos. Humanos y animales comenzaron a aplaudir de emoción y a sentir de qué manera el calorcito templaba nuevamente sus helados cuerpos.

La luz se extendió hasta el último rincón, el hielo se fundió como mantequilla sobre el fuego y los campos florecieron de cuajo con la repentina primavera ¡Por fin la tierra volvía a lucir en todo sus esplendor!

Desde entonces, y merced a su proeza, el gallo tiene el honor de despertar con su canto al sol cada mañana, por si las moscas se queda dormido.

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