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Los loros disfrazados– ⭐Cenicientas.es

Los loros disfrazados– ⭐Cenicientas.es

En las tierras de Ecuador, una antigua leyenda narra la historia de dos hermanos que sobrevivieron a un devastador diluvio gracias a la intervención de una montaña mágica y la ayuda inesperada de guacamayos con poderes sobrenaturales. Este relato comienza con la huida desesperada de los hermanos hacia la cima de una montaña para escapar de las aguas mortales que arrasaban todo a su paso. Encontrando refugio en una gruta, los hermanos presenciaron cómo la montaña, poseída por una fuerza misteriosa, crecía hacia el cielo para salvarlos del inminente peligro.

Con el paso de los días, enfrentados al hambre y la desesperación, los hermanos fueron milagrosamente alimentados por guacamayos disfrazados de humanos, quienes les traían comida cada día. Aunque inicialmente los hermanos ofendieron a sus benefactores con su risa, los guacamayos, mostrando su gran corazón, decidieron perdonarlos y continuaron su apoyo hasta que el diluvio remitió.

La historia alcanza su clímax cuando los hermanos, acompañados por los guacamayos, regresan a su pueblo solo para descubrir que estos aves mágicas se transforman en humanos. Revelándose como dioses de la selva, los guacamayos eligen vivir entre los humanos, enriqueciendo la comunidad con su belleza, sabiduría y poderes mágicos.

Esta leyenda no solo cuenta una historia de supervivencia y magia, sino que también transmite mensajes sobre la importancia de la gratitud, el perdón y la coexistencia armoniosa con la naturaleza. Es una narrativa que resuena con temas universales de resiliencia, ayuda mutua y transformación, haciéndola un cuento atemporal que puede enseñar valiosas lecciones a niños y adultos por igual.

Los loros disfrazados– ⭐Cenicientas.es
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Conclusión: Un Tesoro de Enseñanzas para Padres e Hijos

La leyenda de los hermanos salvados por guacamayos mágicos en Ecuador es un ejemplo luminoso de cómo los cuentos y fábulas pueden ser herramientas poderosas para educar a los niños sobre valores fundamentales. En el blog de Cenicientas, los padres pueden encontrar una vasta colección de cuentos, fábulas, biografías e historias de arte diseñadas no solo para entretener, sino para enseñar. Cada historia está imbuida de enseñanzas que fomentan la empatía, la valentía, la amistad y el respeto por el mundo natural, ofreciendo a los padres recursos valiosos para guiar a sus hijos en el camino hacia una vida rica en valores y conocimiento.

Invitamos a los padres a explorar nuestro blog, donde la magia de los cuentos se une con el arte de la educación. Descubre historias que inspiran, educan y entretienen, ayudando a construir un futuro donde las generaciones jóvenes puedan aprender de las lecciones del pasado, abrazar la diversidad del presente y soñar con un mundo lleno de posibilidades. La leyenda de la montaña mágica y los guacamayos salvadores es solo el comienzo. En Cenicientas, cada cuento es una puerta abierta a mundos de imaginación, sabiduría y aventura.



Cuenta la historia legendaria que hace muchos años hubo un horrible diluvio que anegó las tierras de Ecuador. Las aguas asolaron campos y los poblados a su paso, forzando a las personas y a los animales a buscar cobijo desesperadamente.

Según semeja, en un val vivían 2 hermanos, un muchacho y una muchacha que al ver que la corriente les alcanzaba, corrieron a resguardarse en la cima de una montaña. Allá, en las alturas, hallaron una gruta seca y agradable que se transformó en su improvisado cobijo hasta el momento en que pasase el riesgo.

Una vez dentro se acorrucaron para darse calor y contemplaron estupefactos de qué forma los ríos de agua subían monte arriba a alta velocidad. Más que ríos parecían largas y enormes víboras reptando arriesgadamente cara la cima.

Sintieron auténtico pavor al ver que en cualquier instante el agua desbordada podía alcanzarlos, mas afortunadamente ¡la montaña era mágica! Tal y como si tuviese vida propia, cuando el agua estaba a puntito de exceder la gruta, la cima se elevó cara el cielo. No una sino más bien múltiples veces la montaña medró a su antojo para ponerlos a salvo y los hermanos dejaron de tener temor.

Eso sí, debieron enfrentarse a otro grave problema: conforme pasaban las horas tenían cada vez más apetito. Se hallaban en una gruta sobre el pico de una montaña muy, muy alta rodeados de agua, lo que suponía un inconveniente pues no había ningún sitio donde buscar comestible.

Aguantaron un buen tiempo sin probar mordisco, y cuando estaban a puntito de fatigar, dejó de llover.

– ¡Mira, hermana! Semeja que las tormentas y las lluvias han llegado a su fin, mas todo a nuestro alrededor prosigue anegado. A ver si bajan pronto las aguas y podemos regresar a casa.

– Sí, mas mientras ¿qué vamos a comer?… Llevamos múltiples días sin llevarnos nada a la boca y ya no aguanto más.

Su hermano la miró con tristeza y la abrazó, puesto que para eso no tenía solución.

– Lo siento mas solo nos queda confiar en que el agua desaparezca veloz para poder bajar la montaña y buscar algo que comer.

Esa noche la pasaron como siempre y en toda circunstancia arrimados el uno al otro para no pasar frío. Al amanecer, un rayito de sol se coló por la gruta y despertó a la chica. Abrió los ojos y su corazón comenzó a palpitar fuertemente.

– ¡Hermano, hermano, mira esto!

El joven se alteró.

– ¡Mi madre!… ¡Pellízcame por si acaso aún sueño!

¡No podían creérselo! Algún ignoto se había colado en la gruta mientras que dormían y había puesto un montón de platos rebosantes de apetecible comida sobre un mantel fabricado con hojas. Carne, mazorcas de maíz, fruta fresca… ¡Nunca habían imaginado poder darse semejante festín en esa terrible situación!

Se lanzaron sobre las viandas como lobos hambrientos y comenzaron a devorarlas. Comieron hasta el momento en que estuvieron a puntito de reventar y después se tumbaron boca arriba, con las manos extendidas y una sonrisa de oreja a oreja.

– ¡Ha sido la mejor comida de mi vida, hermana!

– ¡Uy, qué rico estaba todo! Me pregunto quién la va a haber traído… ¿Quizá alguien que nos observa?

– No tengo ni la más mínima idea ¡Todo esto es extrañísimo!

– Sí, lo es. Esta noche nos vamos a quedar lúcidos por si acaso vuelve y le vamos a dar las gracias.

Esperaron intranquilices a que terminara el día y la luna llena apareciese en lo alto del cielo. Entonces se agazaparon tras una roca que había en la gruta y protegidos por la obscuridad aguardaron la visita del enigmático benefactor.

De repente oyeron unos extraños ruiditos y de entre las sombras brotaron 5 guacamayos disfrazados de humanos.

¡La visión fue sorprendente para ellos! ¡Quienes les habían dejado el alimento eran 5 papagayos que iban cubiertos con ropas de personas!… ¡Y volvían cargados con más comestibles!

Estupefactos, salieron de su escondite para agradecerles, mas cuando los tuvieron cerca, empezaron a desternillarse de risa ¡Tenían una pinta tan chistosa y estrafalaria que era imposible soportar las carcajadas!

– ¡Ja, ja, ja! ¡¿Mas qué hacen estos guacamayos vestidos de este modo?!

– Sí… ¡Ja, ja, ja! ¡En mi vida he visto cosa igual! Se ve que vienen de una celebración de disfraces o bien algo de esta manera.

Al percibir las mofas, los guacamayos se sintieron muy insultados. Sin decir ni palabra se miraron a los ojos y se largaron volando en un momento.

Los chicos salieron disparados cara la entrada de la gruta y empezaron a vocear con lágrimas en los ojos.

– ¡Oh, no, no os vayáis por favor! ¡Sentimos mucho haberos enfadado!

– ¡Por favor, volved! Nos salvasteis la vida y os lo agradecemos mucho ¡Os lo ruego, perdonadnos!

Los guacamayos ya atravesaban el cielo muy cerca de las nubes cuando el viento les llevó el lloro afligido de los hermanos. No pudieron eludir sentir mucha pena por ellos y como eran animales de buen corazón, hicieron una pequeña zapateta en el aire y retornaron a la gruta de la montaña.

– ¡Gracias por regresar, amigos! Hemos sido muy descorteses con vosotros y os prometemos que no volverá a ocurrir.

– Mi hermano tiene razón… ¡No volverá a acontecer!

Los guacamayos se sintieron valorados y supieron disculpar. Desde ese momento comenzaron a asistir día tras día a la gruta, siempre y en toda circunstancia disfrazados de personas, cargados de comida que los chicos tragaban con genuino placer.

El tiempo fue pasando y el nivel del agua que lo cubría todo fue descendiendo poquito a poco. El sol, poco a poco más refulgente y también intenso, asistió a secar la tierra y a que el paisaje recuperara el esplendor de otrora.

Por fin, una mañana los 2 hermanos descubrieron que los ríos habían vuelto a su cauce y la ladera de la montaña estaba de nuevo a la vista ¡No quedaba ni indicio de la inundación!

Esperaron a que las aves fuesen a visitarlos y el chico les anunció con emoción:

– Es hora de que retornemos a casa y reiniciemos nuestra vida.Os echaremos mucho de menos… ¡Sin vosotros no habríamos podido subsistir!

Su hermana asimismo estaba conmovida.

– ¡Esperemos pudieseis venir con nosotros al poblado, queridos guacamayos!

Se despidieron de los desprendidos animales con lágrimas en los ojos y empezaron a descender la montaña donde tantos días habían pasado.

Caminaron unos minutos cuesta abajo y echaron la vista atrás con melancolía ¡Su sorpresa fue mayúscula cuando vieron que los 5 guacamayos les proseguían como perros falderos!

El muchacho exclamó entusiasmado:

– Mira, hermana, se ha cumplido tu deseo… ¡Se vienen con nosotros!

Los 2 siguieron felices con la pequeña comitiva detrás, y al llegar a su poblado ¡oh, sorpresa!…Los guacamayos se convirtieron en humanos de veras ¡Indudablemente, del mismo modo que la montaña, asimismo eran seres mágicos!

Según cuenta esta vieja historia legendaria, los loritos eran realmente dioses de la selva que, hartos de disfrazarse de personas, decidieron continuar a los hermanos al pueblo y adoptar forma humana de veras para vivir entre hombres y mujeres de carne y hueso.

Y asimismo cuenta la historia de leyenda que se integraron realmente bien con sus nuevos vecinos, formaron parejas y tuvieron hijos que heredaron la belleza y los poderes de sus ancestros, los preciosos guacamayos.

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