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Nasreddín siempre elige mal – Mundo Primaria

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Nasreddín era un chico que, hace muchos años, vivía en la India. No era un muchacho cualquiera por el hecho de que su sabiduría le hacía resaltar sobre el resto. En verdad, acostumbraba a asombrar al mundo entero a su alrededor con su ingenio y buenas enseñanzas.

Cada día atravesaba la urbe para dirigirse a la plaza del mercado a la primera hora de la mañana. Una vez allá, se sentaba en un rincón y contemplaba la gente que pasaba por delante: a los niños camino de la escuela, a las madres que volvían de la fuente con jarros llenos de agua… ¡Era un sitio muy alegre y escandaloso!

Nasreddín, desde su rincón, extendía la mano para solicitar dádiva. Un día, un hombre se aproximó a él y le ofreció 2 monedas diferentes por el hecho de que una calidad diez veces más que la otra.

– Nasreddín, acá tengo 2 monedas. Te doy una. Escoge la que desees.

El muchacho, sin pensárselo un par de veces, eligió la de menor valor. El hombre comenzó a partirse de risa y fue corriendo a contárselo a sus amigos.

– ¡Ja, ja, ja! ¿Podéis creéroslo? Se ha quedado con la moneda que menos vale ¡Hay que ser imbécil!

A uno de ellos le pareció tan amena la historia, que asimismo deseó probar. Se fue hasta donde estaba Nasreddín y le ofreció 2 monedas, una de las que no calidad prácticamente nada y otra que, en cambio, le dejaría adquirir agua, pan y huevos.

– Escoge, chaval… ¿Con cuál te quedas?

Nasreddín observó pausadamente las 2 monedas y eligió nuevamente la peor opción, dejando atónito al bromista caballero.

Como era de aguardar, en escaso tiempo la historia pasó de boca en boca y, día tras día, múltiples personas se aproximaban a él para reiterar exactamente la misma operación. El joven jamás escogía la moneda de más valor. Todos creían que estaba claro que era estúpido y tenía poquísimas luces.

Y de esta forma, tal y como si fuera un objeto de veneración, Nasreddín siempre y en todo momento tenía a su alrededor un corrillo de gente ofreciéndole monedas para reírse de él.

Una mañana, llegó un viajante a la urbe y vio lo que sucedía. Cuando el chaval se quedó en solitario, se aproximó a él y se sentó a su lado ¡Le daba tanta pena que se burlasen de ese pobre infeliz!… Con mucho tacto, empezó una charla.

– Hola, muchachito ¿Cuál es tu nombre?

– Nasreddín, señor.

– ¿Y qué haces acá sentadito?

– Bueno, vengo todas y cada una de las mañanas a limosnear. Necesito dinero para comer.

– Vas a ver, hijo… Deseo darte un consejo. Veo que cuando toda esa gente te ofrece 2 monedas, siempre y en toda circunstancia eliges la que vale menos ¡Debes hacer todo lo opuesto! ¿No ves que de esta manera ganas poquísimo y encima te consideran imbécil?

Nasreddín miró al hombre y le dedicó una sonrisa. Agradecía que al fin alguien de buen corazón quisiese asistirle y decidió que podía contarle su secreto.

– Señor, no soy imbécil, sino más bien todo lo opuesto.

– ¿Qué deseas decir, chaval?

– ¡Puesto que que todo esto es parte de una argucia que me he inventado para ganar más dinero! ¡Es un truco!

– No entiendo… Explícamelo, por favor.

– Verá… A simple vista, semeja que cogiendo la moneda de menos valor gano poquísimo, mas no es de esta manera. Yo me hago pasar por estúpido y de esta forma consigo que día tras día, decenas y decenas de personas se aproximen a mí para ofrecerme monedas.

– ¡Mas lo hacen para reírse de ti!

– Sí, ya sé que lo hacen para reírse de mí, mas no me importa por el hecho de que soy considerablemente más listo que . Si eligiera la moneda de más valor, ya no tendrían motivo para burlarse y dejarían de darme dádiva, y así, junto muchas moneditas que al final suman mucho. Cuando acaba la jornada siempre y en toda circunstancia tengo dinero de más para adquirirme todo cuanto deseo ¿Me explico?

¡El hombre se quedó maravillado! ¡Mas qué chico tan listo!

– ¡Te felicito! ¡Has tenido una idea refulgente, afirmaría que la mejor que he visto en mis años de vida!

– Gracias señor. Y ahora… ¿Puedo solicitarle un favor?

– ¡Claro, dime!

– ¿Me va a guardar el secreto?

– ¡Por supuesto que sí, Nasreddín! Tu gran truco está a salvo conmigo ¡Mira, ahí viene otro idiota a ofrecerte 2 monedas más! ¡Va a ser mejor que me vaya!

Y guiñándole un ojo, se distanció persuadido de que había conocido a un chaval que era un genuino genio de las finanzas.

Moraleja: Nasreddín se hacía pasar por imbécil mas era más inteligente que ninguno. No infravalores jamás a absolutamente nadie, puesto que las apariencias, prácticamente siempre y en todo momento, engañan.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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