La fábula de los dos perros del cazador es una historia rica en moralejas y lecciones, perfecta para toda la familia. El cuento gira en torno a un cazador y sus dos perros, que tienen características y habilidades diferentes pero son igual de valiosos.
Esta fábula, como muchas otras, puede ser una importante herramienta de aprendizaje y desarrollo para los niños, mostrándoles la importancia de reconocer y apreciar las diferencias individuales.
Érase una vez, en un denso bosque, un cazador conocido por su habilidad y sabiduría. Este cazador tenía dos perros, uno blanco como la nieve y otro negro como la noche más oscura. Aunque ambos pertenecían a la misma raza y habían sido criados bajo el mismo techo, sus habilidades y temperamentos no podían ser más diferentes.
El perro blanco, llamado Brillo, era un hábil rastreador. Su olfato era tan agudo que podía detectar el olor de un animal a kilómetros de distancia. Gracias a su paciencia y meticulosidad, no tenía rival en el rastreo y localización de presas.
El perro negro llamado Sombra, por su parte, era un maestro cazador. Su velocidad y agilidad eran asombrosas. En cuanto Brillo captaba el olor, Sombra saltaba a la acción, acechando y capturando a su presa con una habilidad asombrosa.
El conflicto
A pesar de sus habilidades complementarias, el cazador se enfrentaba a menudo a un dilema. Los aldeanos de la región, que admiraban las hazañas del cazador y a sus fieles compañeros, discutían constantemente sobre qué perro era más valioso. Algunos afirmaban que sin Brillo nunca se encontraría la presa. Otros insistían en que la habilidad de Sombra para atrapar presas era lo que más importaba.
Estas discusiones llegaban a oídos del cazador, que quería a ambos perros por igual y sabía que cada uno con sus habilidades únicas era esencial para el éxito de su cacería.
La lección de los dos perros
Un día, el cazador decidió dar una valiosa lección a los aldeanos. Anunció que sólo cazaría con uno de sus perros y dio a elegir a los aldeanos cuál de los dos quería utilizar. La elección recayó en Sombra, el perro de caza.
La caza comenzó al amanecer. Sombra corrió por el bosque con su energía y agilidad, pero por más que se esforzaba, no encontraba ninguna presa. Corrió durante horas y recorrió kilómetros, pero sin el rastro inicial que había dejado Brillo, sus esfuerzos fueron en vano.
Al anochecer, La Sombra regresó exhausta sin haber atrapado nada. Los sorprendidos aldeanos empezaron a comprender la lección. Al día siguiente, el cazador propuso otra cacería, esta vez a solas con Brillo.
Brillo siguió el rastro con avidez, y pronto su olfato detectó numerosas huellas. Pero sin la rapidez y habilidad de Sombra para rastrear y atrapar a las presas, los animales conseguían escapar una y otra vez. Al final del día, Brillo también regresó sin haber cazado nada.
La conclusión y la lección
Los aldeanos aprendieron que tanto Brillo como Sombra eran insustituibles, cada uno con sus talentos únicos y complementarios. Comprendieron que el verdadero valor no reside en ser el mejor en todo, sino en reconocer las capacidades individuales y utilizarlas para el bien común.
Este cuento de hadas nos enseña que la fuerza reside en la diversidad. Cada persona, ya sea en una familia, una comunidad o un equipo de trabajo, tiene talentos únicos que, cuando se combinan, pueden dar lugar a resultados extraordinarios. Es una lección de cooperación, respeto y valoración de las diferencias.
Recurso educativo Cenicientas
Como muchos cuentos de hadas, éste hace hincapié en la importancia de enseñar a los niños pequeños el valor de trabajar juntos y reconocer las capacidades individuales. En el sitio web de Cenicientas, padres y educadores encontrarán una amplia gama de cuentos, fábulas, biografías, historia del arte y consejos para enseñar a sus hijos. Cada cuento, biografía y consejo está diseñado para fomentar la educación, el respeto y la empatía, preparando a los niños para ser ciudadanos globales conscientes de su entorno y respetuosos con la diversidad.
La fábula de los dos perros de caza es sólo un ejemplo de lo mucho que los cuentos antiguos pueden contribuir a la educación y el desarrollo de los niños. Te invitamos a visitar el blog de Cenicientas para descubrir más recursos que enriquecerán la educación y el desarrollo de tu hijo, promoviendo un aprendizaje significativo y duradero. Porque en Cenicientas creemos que cada niño, como Brillo y Sombra, tiene un talento único que, si se desarrolla y valora, puede hacer una importante contribución a nuestra sociedad.
Érase una vez un hombre que vivía en una casa de campo y tenía 2 perros buenos y fieles. Cada uno de ellos cumplía una función muy, muy diferente. Uno de ellos, negro y de cuello largo, era quien acompañaba al dueño cuando se iba de caza, al tiempo que el otro, algo más pequeño y de color canela, se encargaba de observar la residencia a fin de que no entrase ningún ladrón.
Al can cazador le agradaba salir de cacería mas siempre y en toda circunstancia terminaba agotado y con el cuerpo lleno de agujetas. Su misión era ir unos metros por delante de su amo divisando el horizonte y olfateándolo todo por si acaso percibía algún movimiento extraño tras los arbustos. Cuando apreciaba que en ellos se escondía algún animal despistado como un conejo o bien una perdiz, daba la señal de alarma con un ladrido y salía corriendo para procurar atraparlo.
No, no era un trabajo simple. En ocasiones se pasaba horas y horas sudando la gota gordita para nada, puesto que al llegar la noche no había logrado apresar ni una mosca.
En otras ocasiones, por contra, creía que el ahínco había valido la pena por el hecho de que retornaban a casa con 3 o bien 4 espléndidas piezas ¡Qué orgulloso se sentía cuando su amo le felicitaba con unas palmaditas en el espinazo!
– ¡Buen muchacho! ¡Eres el mejor cánido cazador que he visto en mi vida!
Su compañero, el can guardián color canela, siempre y en todo momento salía a recibirles moviendo la cola y dando saltitos. Como buen animal de compañía que era se ponía muy zalamero con su dueño y se le tiraba al pecho para darle lametones en la barbilla. Después, el hombre se dirigía a la cocina, abría la saca y les obsequiaba una presa.
– ¡Tomad chicos, una para cada uno de ellos que a los 2 os quiero por igual y de esta manera no hay riñas!
Como es lógico al cánido casero le parecía el mejor obsequio del planeta, mas al can cazador no le hacía ni pizca de gracia ¿Te imaginas por qué razón? Puesto que por el hecho de que no le parecía justo percibir exactamente el mismo regalo cuando únicamente había trabajado a lo largo de toda la jornada.
Un día se hartó y le afirmó a su amigo:
– ¿Sabes qué te digo? ¡Me siento muy insultado con lo que pasa! Yo me paso las tardes enteras cazando mientras que te quedas acá tan ricamente tumbado sobre una esterilla tomando el sol.
Su amigo le respondió sin desplazar ni un músculo y tal y como si la cosa no fuese con él.
– Reconozco que tu trabajo es durísimo y en cambio ni me canso, ni me muevo, ni me altero. Lo mío es comer y roncar ¡Una genuina bicoca!
El can cazador se encolerizó.
– ¡¿Y te semeja bien?! Yo corro, salto y ladro a lo largo de horas dejándome la piel y venga a dormir a pierna suelta. No solo es injusto sino encima nuestro amo nos lo agradece por igual dándonos exactamente el mismo regalo cuando soy quien ha hecho todo el trabajo ¡Yo me lo merezco mas no!
El cánido guardián meditó sobre estas palabras y le respondió con exactamente la misma parsimonia.
– Amigo, tienes toda la razón.
Al cánido cazador le hervía la sangre.
– ¡Claro que la tengo!
El sosegado can guardián, hasta los mismísimos de recriminaciones, le respondió un tanto cabreado:
– ¡Sí, la tienes, mas si deseas lamentarte, quéjate ante nuestro dueño, pues no tengo la culpa! Él fue quien en vez de enseñarme a trabajar, me enseñó a vivir del trabajo del resto ¡Yo únicamente cumplo órdenes!
El cánido cazador se quedó petrificado por el hecho de que la verdad es que su amigo había dado en el clavo: solo se aprovechaba de una situación provechos que le habían puesto en bandeja.
Comprendió que última palabra la tenía el amo, conque se fue a charlar con él para persuadirle de que, si les quería por igual, lo lógico era repartir el trabajo de caza entre los 2.
El hombre escuchó las protestas y por suerte lo comprendió. Desde ese día adiestró al can guardián para ser un hábil perdiguero y en el momento en que estuvo preparado, empezaron a salir de cacería los 3 juntos y a repartir el botín de forma justa y equitativa.
MORALEJA: En la vida debemos aprender que las cosas hay que ganarlas merced al esmero y al trabajo personal. Procura formarte y superarte día a día en todo cuanto hagas y vas a ver de qué manera te vas a sentir orgulloso de tus logros.