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Los dos gallos – Cenicientas.es

Era una vez una granja en la que convivían muchos animales. Particularmente, había 2 que se consideraban grandes amigos. Se trataba de 2 gallos que desde el instante en que eran polluelos se llevaban realmente bien. Se alternaban para cantar por las mañanas, compartían la labor de dirigir el corral y su relación era muy cordial.


Sucedió que un día llegó una gallina nueva, tan preciosa y de mirada tan penetrante, que enamoró a los 2 gallos a primer aspecto. Día a día, los gallos procuraban llamar su atención y la llenaban de detalles. Si uno le lanzaba un piropo, el otro le obsequiaba los mejores granos de maíz del comedero. Si uno cantaba bien, su contendiente en el amor procuraba hacerlo más alto para probarle la potencia de su voz.


Lo que comenzó como un juego terminó transformándose en una genuina rivalidad. Los gallos comenzaron a insultarse y a ignorarse cuando la gallina estaba cerca de ellos. Su amistad se resintió tanto, que un día decidieron que la única solución era organizar una riña. Quien se alzara campeón, tendría el derecho de conquistar a la linda gallinita.


Salieron al jardín y se liaron a empujones y picotazos hasta el momento en que uno de ellos ganó la batalla. Muy ufano, se subió al tejado mientras que el otro se distanciaba llorando de pena y con un ojo morado. En lugar de conmoverse por la tristeza de su amigo, el ganador, desde allá arriba, empezó a cantar y a gritar a los 4 vientos que era el más fuerte del corral y que no había contrincante que pudiese derrotarle. Tanto chilló, que un buitre que andaba por allá oyó todas y cada una esas estupideces y, a la velocidad del rayo, se lanzó muy airado sobre él, derribándole de un golpe con su ala gigante. El gallo cayó al suelo malherido y con su orgullo por los suelos. Todos en la granja se rieron de él y, desde ese día, aprendió a ser más noble y respetuoso con el resto.


Moraleja:si alguna vez salimos triunfadores de alguna situación, hemos de ser humildes y modestos. Comportarnos de forma soberbia, creyéndonos mejores que el resto, acostumbra a tener malas consecuencias.

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