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Las tres truchas – Mundo Primaria

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Previsora, Pensadora y Gandula eran 3 jóvenes truchas que vivían en un enorme lago de aguas frías y cristalinas. A simple vista era prácticamente imposible distinguirlas por el hecho de que tenían exactamente el mismo tamaño y también idéntica piel plateada salpicada por motitas oscuras, mas en lo concerniente a carácter y forma de ser eran totalmente diferentes.

Previsora tenía una enorme cualidad: la prudencia. Ni en ese lago ni en los riachuelos próximos existía una trucha más seria, prudente y responsable que . Desde bien pequeña Previsora creía que para eludir los riesgos era esencial vivir siempre y en toda circunstancia alarma, atenta a lo que sucedía a su alrededor. Era tan formal y cauta que el renombrado refrán “Más vale prevenir que lamentar” parecía hecho a su medida.

Pensadora tenía un carácter más alegre y una actitud positiva frente a los desafíos de la vida. En contraste a Previsora era un poco alocada, mas asimismo tenía una enorme cualidad que la distinguía de sus compañeras: la capacidad de meditar. Esa virtud le daba mucha seguridad en sí puesto que cuando se hallaba en inconvenientes o bien debía solucionar algún enfrentamiento, le bastaba con pararse unos segundos a meditar y tomar la resolución adecuada.

Perezosa era vaga, hastiada y muy simple, con lo que el nombre la definía con perfección. Nunca sentía interés por nada que no fuese misma y acostumbraba a mostrarse insociable y seca con todo el planeta. Como le daba igual ser una ignorante desperdiciaba su vida deambulando de un lado a otro sin nada interesante que hacer ni que aportar a su comunidad.

——

Una vez hechas las presentaciones te contaré lo que sucedió un caluroso día de verano en el fantástico sitio donde habitaban. Resulta que estaban las 3 truchas nadando tan felices cuando, de pronto, se vieron alteradas por la presencia de un hombre. Era la primera vez que un ser tan extraño y tan grande ponía un pie en ese territorio, con lo que ninguna sabía qué hacía allá ni cuáles eran sus pretensiones. Dada esta ignota situación, cada una reaccionó de una manera particular.

Previsora, conforme lo vio acercarse a la ribera, tuvo una fuerte sensación de riesgo y se puso en tensión.

– ‘A lo mejor viene a ver el paisaje o bien a recoger flores, mas por si las moscas me largo.’

¡Ni se paró a revisar si estaba en lo correcto! Frente a la más menor duda se sumergió y se ocultó tras unas piedras del fondo para no ser descubierta.

Al contrario que su compañera, Pensadora no supo intuir el riesgo y sacó la cabeza del agua para observar pausadamente al humano. Se fijó en lo enorme que era, en su cara de mal humor y en la cesta de mimbre que ponía sobre la yerba, mas la verdad es que no se sintió conminada hasta el momento en que vio que sacaba del interior una enorme red y comenzaba a desplegarla mientras que miraba cara donde estaba.

– ‘¡Esto no me agrada ni un tanto! Me da en la nariz que este género es lo que nuestros abuelos llaman… ¡un pescador!’

En ese momento cayó en la cuenta de que debía escapar si no deseaba terminar en una sartén en el momento de la cena; eso sí, debía hacerlo de forma precavida por el hecho de que al mínimo fallo, adiós buenísimas.

– ‘Estoy a puntito de ser capturada, mas mi inteligencia me librará de una muerte prácticamente segura.’

En vez de huir presa de los nervios, optó por quedarse quieta y respirar hondo para relajarse. Después, se puso a hacer lo que mejor sabía: meditar.

– ‘Creo… creo que tengo la solución.’

Pararse a meditar fue muy efectivo puesto que enseguida diseñó un plan para salir del embrollo.

– ¡No cabe duda de que lo mejor es hacerme la fallecida!

Demostrando grandes dotes de actriz se puso boca arriba con el vientre mirando al cielo, viró los ojos para ponerlos en blanco, y estiró las aletas para parecer un animal sin vida. ¡Fingía tan bien que lo cierto es que daba penita verla!

Momentos después, el pescador cogió impulso para lanzar la red, mas al ir a soltarla algo le hizo cambiar de parecer.

– ¿Qué es eso que flota en la parte derecha del lago? Semeja una trucha fallecida. ¡Puaj, qué asco!… Va a ser mejor que eche la red cara la izquierda.

En cuanto el pescador miro cara el lado contrario, Pensadora aprovechó la ocasión para salir pitando y ocultarse tras unas plantas acuáticas.

Previsora y Pensadora consiguieron escapar, mas ¿qué le sucedió a Vaga? Como era de aguardar no se preocupó por nada y prosiguió haraganeando tal y como si con ella no fuese la cosa. Ni se imaginó el riesgo, ni tomó cautelas, ni se paró a meditar en nada de nada. Inevitablemente, cayó en las redes del pescador.

Moraleja: Este viejo cuento nos enseña que en la vida es esencial ser previsores. Esto quiere decir que si cualquier día sientes que algo o bien alguien podría hacerte daño, lo mejor es que te distancies antes que sea demasiado tarde. Eso hizo la primera trucha y salió bien parada.

Si te falla la intuición y de súbito te ves metido en un inconveniente o bien situación desapacible, no desesperes y párate a meditar, por el hecho de que de exactamente la misma forma que la segunda trucha, razonando hallarás una buena solución.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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