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La zorra y las uvas – Cenicientas.es

Cuenta la fábula que, hace muchos años, vivía una zorra que un día se sintió muy estresada. Se había pasado horas y horas de acá para allí, procurando apresar algo para poder comer. Por desgracia, la jornada no se le había dado demasiado bien. Por más que observó tras los árboles, deambuló por el campo y escuchó con atención cada estruendos que brotaba de entre la yerba, no consiguió olisquear ninguna presa que llevarse a la boca.


Llegó un instante en que estaba harta y excedida por la desesperación. Tenía mucha apetito y una sed tremenda pues además de esto, era un día de bastante calor. Merodeó por doquier hasta el momento en que por fin, la fortuna se puso de su lado.


Colgado de una parra, distinguió un racimo de grandes y apetecibles uvas. A la zorra se le hizo la boca agua ¡Qué dulces y jugosas parecían! … Mas había un problema: el racimo estaba tan alto que la única forma de alcanzarlo era dando un enorme brinco. Cogió impulso y, apretando las mandíbulas, brincó estirando su cuerpo lo más que pudo.


No hubo suerte ¡Debía concentrarse para dar un salto considerablemente mayor! Se inclinó y tensó sus músculos al límite para regresar a procurarlo con más ímpetu, mas fue imposible llegar hasta él. La zorra comenzaba a enojarse ¡Esas uvas maduras debían ser suyas!


Por mucho que brincó, de ninguna forma logró engancharlas con sus patas ¡Su saña era enorme! Frustrada, llegó un instante en que entendió que nada podía hacer. Se trataba de una misión imposible y por allá no había absolutamente nadie que pudiese echarle una mano. La única opción, era rendirse. Su pelaje se había llenado de polvo y ramitas de tanto desplomarse al suelo, conque se sacudió bien y se afirmó a sí misma:


– ¡Bah! ¡Me da lo mismo! Total… ¿Para qué exactamente deseo esas uvas? Seguro que están verdes y duras como piedras! ¡Que se las coma otro!


Y de esta manera fue como la orgullosa zorra, con el cuello altísimo y creyéndose dignísima, se distanció en pos de otro sitio donde hallar comestibles y agua para saciar su sed.


Moraleja: si algo es inaccesible para ti o bien no te ves capaz de lograrlo, no debes inculpar a el resto o bien a las circunstancias. Es bueno reconocer y admitir que todos tenemos muchas capacidades, mas asimismo restricciones.

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