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La serpiente cuadrada – Mundo Primaria

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Había una vez un hombre que vivía en Vietnam. Sus familiares, amigos y vecinos le consideraban una persona buena, afable y cariñosa, mas tenía un defecto muy conocido por todos: ¡no podía eludir decir patrañas!

A menudo se escapaban de su boca cosas que no eran ciertas o bien exageraba las situaciones de tal forma que resultaban poco creíbles. Él era de esta forma, mentiroso desde el instante en que tenía empleo de razón y absolutamente nadie había logrado corregir su actitud.

Una noche, tras una larga jornada trabajando en su pequeño campo de arroz, retornó a casa muy excitado y con ganas de contarle a su mujer lo que había visto.

– ¡Querida, no te lo creerás! ¡Acabo de tropezarme en el bosque con una víbora enorme, la más grande que te puedas imaginar! Calculo que medía cuarenta metros de ancho y cuando menos 100 metros de largo ¿No te semeja increíble?

Su mujer le miró descreída por el hecho de que sabía que era imposible que existiese un reptil de ese tamaño. Levantando las manos miró al cielo y exclamó:

– ¡¿Cuarenta metros de ancho?! ¡¿100 metros de largo?…! ¡Mira que eres exagerado! ¡Eso no puede ser y lo sabes!

El hombre se ruborizó un tanto.

– Bueno, tal vez me he pasado con el cálculo y no era tan grande… Pensándolo bien tenía cuarenta metros de ancho y unos ochenta metros de largo.

Su esposa sacudió la cabeza y le replicó:

– ¡Prosigues exagerando, querido! ¿Ochenta metros de largo? ¡Tú no estás bien de la azotea!

El campesino se puso un tanto inquieto mas prosiguió insistiendo.

– ¡Vale, vale! Ochenta metros no, mas te aseguro que era una víbora de cuarenta metros de ancho y cuando menos sesenta de longitud.

La buena mujer deseaba hacerle entender que esas patrañas no conducían a nada, mas lo tenía bastante difícil pues aparte de mentiroso era muy contumaz y cuando se obstinaba en algo no atendía a razones.

– ¡¿Mas no te percatas de que eso es irrazonables?! A ver, piensa ya antes de hablar… ¡Ninguna víbora del planeta mide sesenta metros!

El hombre se intranquilizó bastante y comenzó a dar vueltas en círculos por la cocina. Unos segundos después, paró en seco, frunció el ceño y miró fijamente a su mujer.

– ¡Está bien, voy a ser honesto contigo! La víbora medía cuarenta metros de ancho y cuarenta metros de largo ¡Esa es la verdad auténtica y no acepto que me lo discutas!

Se hizo un silencio y a continuación la mujer comenzó a partirse de risa. Su esposo, indignado, puso los brazos en jarras y de forma bastante áspera le preguntó:

– ¿Qué te hace tanta gracia? ¿Quizás te mofas de mí?

Con una sonrisa de oreja a oreja la mujer exclamó:

– ¡Eres irremediable! ¿Serías capaz de jurarme que la víbora tenía cuarenta metros de ancho y cuarenta de largo?

– ¡Sí, sí, claro, te lo juro!

– ¡Ja ja ja! ¡Qué jocoso! ¡Entonces era una víbora cuadrada!

El campesino apreció que el calor de la vergüenza le subía desde la barbilla hasta la frente y se ponía rojo como un fresón. No le quedaba otra que aceptar que su mujer tenía toda la razón: si la víbora medía cuarenta x cuarenta quería decir que era igualmente ancha que de larga, o sea ¡era cuadrada!

Se sintió absurdo y entendió que lo que había afirmado era una solemne tontería pues evidentemente las víboras cuadradas no existen.

Abochornado, bajó la cabeza y se encerró en su cuarto sin decir ni pío. Eso sí, se prometió a sí mismo que no volvería a decir patrañas el resto de su vida.

¿Lo logró? ¡Jamás lo vamos a saber!

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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