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El zorro y el cuervo – Cenicientas.es

Cierto día, un feo y negro cuervo logró hurtar un apetecible pedazo de carne a unos pastores que estaban en el campo preparando el alimento. Cuando capturó el exquisito manjar, voló de forma rápida al árbol más seguro y se posó en una rama, desde la que el resto cuervos podían verle bien ¡Qué orgulloso se sentía del botín que llevaba en su pico!


Un zorro que pasaba por allá vio al pájaro en lo alto y empezó a lamerse pensando en lo rico que había de ser ese mordisco. Resuelto a hacerse con el botín, tramó un taimado plan para robárselo al pajarraco. Con sigilo, se aproximó a los pies del árbol y empezó a decirle las cosas más bonitas que se le ocurrieron.


– ¡Mas qué hermoso eres, amigo cuervo! – afirmó el zorro en voz alta a fin de que sus halagos se escuchasen bien – He visto pájaros preciosos, mas ninguno como ¿Te has fijado de qué manera relucen tus plumas bajo la luz del sol? ¡Son de color azabache! Deberías dejarte ver más por acá a fin de que todos podamos admirarte.


El cuervo escuchaba atentamente y gozaba de los bonitos piropos que le afirmaba el zorro.


– ¡Vaya! – pensaba – Jamás me han dicho cosas tan bonitas ¡Qué zorro más simpático!


El zorro siguió con los halagos.


– Eres hermoso mas asimismo he visto de qué manera vuelas. Absolutamente nadie te gana en elegancia cuando atraviesas el cielo ¡Hasta el águila te tiene envidia!


El cuervo no podía sentirse mejor. Escuchar todas y cada una esas cosas le complacía mucho y gozaba siendo el centro de atención. Los cuervos de alrededor no quitaban ojo a lo que sucedía y empezaron a graznar. Sus potentes chillidos taparon el canto de los pajarillos que por allá andaban. Para el zorro, fue una ocasión de oro.


– ¡Qué exquisitez oír a tus amigos los cuervos! – le afirmó el muy ladino – Su voz es bella y potente ¡Es una pena que no sepas cantar como !


El cuervo empezó a ponerse inquieto. Con la carne todavía en el pico, se moría de ganas de probarle al zorro que asimismo tenía una hermosa voz. Mientras que, el zorro proseguía con su alegato.


– En fin… Me da saña que pese a tener ese cuerpo tan esbelto y tanta gracia para volar, no sepas recrearnos con una bella armonía – afirmó el taimado zorro, fingiendo decepción.


¡El cuervo ya no pudo más! Estaba inflado de vanidad ¡No podía permitir que el zorro se fuera sin escucharle! Instintivamente, abrió el pico y estirándose tal y como si fuera un genuino ruiseñor, empezó graznar lo más fuerte que pudo. Sin percatarse, soltó el pedazo de carne, que fue a parar de manera directa a la boca del zorro. Cuando se dio cuenta de su metedura de pata, ya era demasiado tarde: el zorro se tragaba su comida y todos y cada uno de los cuervos se partían de risa.


Satisfecho, el zorro le dedicó unas palabras bromistas mas ciertas.


– ¡Uy, cuervo! ¡Eres presumido mas poquísimo inteligente! Ser tan orgulloso solo te va a traer inconvenientes. La próxima vez, no hagas caso de los que como , te afirman las cosas que deseas oír para lograr algo.


Le dedicó un guiño y entre risas se distanció, dejando al cuervo ruborizado por la vergüenza.


Moraleja: en la vida hay que tener precaución con las personas que nos adulan y nos afirman demasiadas cosas bonitas sin motivo, pues a lo mejor solo pretenden engañarnos y lograr algo de nosotros.

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