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El zorro charlatán – Mundo Primaria

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Érase una vez una mujer dueña de una granja. Tenía caballos en el establo, cerdos en la pocilga y gallos en el corral. Sus animales vivían confortablemente rodeados de comida rebosante y protegidos del calor en el verano y de la lluvia en invierno. Únicamente las gallinas, que eran muy rebeldes, se pasaban el día al aire libre, corriendo en el cercado y picoteando todo cuanto hallaban a su paso.

Un día, la buena mujer se fue a hacer la adquisición al pueblo y cuando retornó se percató de que le faltaba una gallinita color canela a la que deseaba mucho. Miró a su alrededor y vio que un zorro había entrado en el cercado y la llevaba entre los dientes aprisionada por el cuello.

– ¡Ayuda, ayuda, un zorro ladrón se lleva mi gallina!

Varios vecinos que pasaban por allá asistieron a su lado al percibir los chillidos y percibieron al zorro tratando de hallar al lado de la valla algún hueco por donde escapar.

Unos y otros comenzaron a gritar:

– ¡Suelta la gallina, zorro abusón!

– ¡Debería darte vergüenza hurtar lo que no es tuyo!

– ¡Devuelve la gallina a esta señora o bien vamos a ir a por ti armados con palos!

El zorro escuchó los chillidos mas no hizo caso omiso. Solo pensaba en pirarse con su presa antes que lo atraparan. La gallinita, inmovilizada por el hecho de que llevaba los colmillos clavados en el cuello, asimismo los escuchó y decidió que o bien se le ocurría algo ocurrente, o bien era su fin.

Estaba en una situación muy difícil por el hecho de que llevaba la cabeza colgando y prácticamente no podía respirar, mas logró murmurar unas palabras.

– ¿Has visto, zorro?… ¡Toda esa gente está muy disgustada contigo!

El zorro, haciendo oídos suecos, ni le respondió. Con desesperación, prosiguió buscando una escapatoria.

La gallina, difícilmente, insistió:

– Tarde que temprano irán a procurarte para darte tu justo conque lo mejor es que les persuadas de que están equivocados. Diles que no soy una de las gallinas de la granjera y quizá te dejen marchar.

¡A esta altura el zorro ya estaba muy nervioso! Los chillidos de los vecinos resonaban en sus orejas y cada vez los tenía más cerca. Sin pensarlo un par de veces y de forma impetuosa hizo caso a la gallina y chilló a la dueña:

– ¡Permíteme en paz! ¡Esta gallina se semeja a la tuya mas no es exactamente la misma! ¡Yo no te he robado nada!

Como te puedes imaginar el zorro debió abrir la boca para charlar y involuntariamente soltó a la gallina. La pobre cayó al suelo mareadísima, mas aprovechando el bla-bla-bla de su raptor, echó a correr lo más veloz que le dejaron sus 2 patitas finas como alambres.

Cuando el zorro se dio cuenta de su gran fallo ya nada pudo hacer. La gallinita color canela se había puesto a salvo y lo miraba sintiéndose muy orgullosa de su agudeza mental, desde el calentito regazo de su dueña.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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