Saltar al contenido

El fantasma sabio – Mundo Primaria

Portada » cuentos cortos infantiles para niños » El espectro sabio

Disfruta de este cuento como quieras

00:00/00:00

Hace cientos y cientos de años, vivían en Xian 2 maestros muy sabios que enseñaban en una escuela local. Por aquel entonces Xian era una urbe pequeña y todo el planeta les conocía. Ellos se sentían muy queridos en su comunidad y los pupilos que un año tras otro recibían sus lecciones, les respetaban mucho como profesores.

Un día, tras dar las clases, salieron juntos a caminar y tomaron el camino cara el bosque. Los rayos del sol eran poco a poco más tibios pues se aproximaba la hora del atardecer. Paseaban despacio, escuchando el crujido de las hojas secas bajo sus pies y charlando sobre de qué forma les había ido el día. Al pasar al lado del camposanto, uno de ellos sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

– ¡A lo mejor por acá hay espectros!

– ¡Quién sabe, amigo! Va a ser mejor que retornemos por donde hemos venido. Además de esto, la noche está próxima y no me agradaría que nos perdiésemos.

Justo cuando iban a dar media vuelta, un hombre apareció en la cuneta. Era un señor muy elegante y de pelo cano que debía rondar los setenta años. Se aproximó a ellos y les saludó con afabilidad.

– Buenas tardes, caballeros. Acabo de dar una larga travesía y mis piernas, que son débiles, precisan descansar ¿Desean acompañarme y compartir un rato conmigo?

Los maestros se miraron. Era tarde y debían volver, mas les daba apuro rehusar la convidación de un anciano tan cortés. Decidieron quedarse unos minutos con él para no dejarle solo.

– Como es natural, va a ser un placer. Sentémonos en esa roca grande. Es plana y aún está temperada por el sol. De este modo no nos vamos a quedar fríos.

El anciano se puso cómodo y también empezó la charla.

– Díganme… ¿Creen en los espectros?

Uno de los maestros se apuró a contestar.

– Exactamente charlábamos de eso hace unos minutos, al pasar por el camposanto. Le comentaba a mi amigo que por acá podría haberlos ¡Yo siempre y en todo momento he creído en su existencia y que están entre nosotros!

El anciano sonrió y miró al compañero.

– ¿Y ? ¿Qué opina a este respecto?

El otro maestro asimismo dio su opinión.

– Verá… Los 2 somos maestros y hemos dedicado nuestra vida al estudio. Sabemos muchas cosas sobre artes, ciencias y astrología. En cambio, en ningún libro hemos podido hallar testimonios reales que prueben la existencia de espíritus que se aparezcan a los vivos.

Su compañero reanudó la charla.

– Mi amigo lleva razón. Absolutamente nadie hasta el momento ha podido probar que los espectros existen, conque depende de cada uno de ellos el opinar o bien no. Nosotros estamos persuadidos de que alguno hay por ahí, si bien no tengamos pruebas de ello.

El anciano les observaba con ademán ameno y entre los 3 se creó una charla de lo más animada. No solo charlaron de espectros, sino más bien asimismo de obras literarias, de la grandiosidad del cosmos, de la vida que encerraban los océanos y de otras tantas cosas muy, muy interesantes. El viejo paseante charlaba sin parar y los 2 profesores le escuchaban con mucho respeto y admiración, puesto que jamás habían conocido a una persona más sabia que .

Lo que iba a ser una charla de unos minutos se transformó en un coloquio de 2 horas en la que los 3 compartieron muchos conocimientos. Al fin, el anciano se levantó de la piedra, sacudió sus ropas y se viró hacia ellos para despedirse.

– Señores, se ha hecho muy tarde y ya antes de irme debo hacerles una confesión: deseo que sepan que vengo del más allí y que me siento solísimo.

Los maestros se quedaron helados sin poder articular palabra. El hombre prosiguió hablando.

– No, no se atemoricen, mas la verdad es que… ¡Soy un espectro! Si no hubiesen creído en ellos no habría podido charlar con , con lo que mil gracias haberme tolerado pasar un rato tan agradable en su compañía ¡Hasta siempre y en toda circunstancia! ¡Me vuelvo a mi hastiado planeta!

Y como por arte de birlibirloque, el anciano se difuminó en su presencia dejándoles con la boca abierta y los ojos como platos. Cuando al fin fueron capaces de reaccionar, uno de ellos, aún con un nudo en la garganta, empezó a charlar muy bajo.

– Amigo… ¡Creo que ahora podemos decir con certeza que los espectros existen!

– ¡Sí! Y lo cierto es que si todos son como este, son seres realmente agradables.

– Agradables y cultísimos ¡Ese hombre sabía de todo!

– ¡Cierto! Me pregunto si deberíamos contar todo esto a nuestros alumnos…

– ¡Puesto que no lo sé! ¿Tú qué opinas? ¡Puede que nos toman por locos!…

– ¡Ja, ja, ja! Llevas razón. Seguro que creen que estamos tarados ¡Mas es que es una historia bastante difícil de opinar!

Y de esta manera, felices por haber conocido a un espectro de veras y comentando si debían desvelar su secreto o bien no, retornaron a Xian inmersos en la obscuridad de la noche.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

Estos cuentos asimismo te pueden gustar:

Nasreddín y el huevoLas cabras testarudasEl traje nuevo del emperadorEl ratón de campo y el ratón de ciudadLas orejas del conejoEl secreto del rey MaónCargando…

El navegador que usas está desactualizado. Las alocuciones no pueden reproducirse. Instala la remata versión del navegador Chrome para aprovechar de todas y cada una de las funcionalidades de los cuentos interactivos

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)