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El chico que fue a buscar al Viento del Norte

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Érase una vez un chaval bueno y trabajador que cada semana se ocupaba de ir al mercado a fin de que no tuviese que hacerlo su querida madre.

Un día que retornaba a casa con las bolsas llenas, el Viento del Norte comenzó a soplar con tanta fuerza que todos y cada uno de los comestibles salieron volando y fueron a parar a no se sabe dónde.

Al verse con las manos vacías se enojó mucho y tomó una decisión: ir a casa del Viento del Norte para mostrarle su indignación y solicitarle que le devolviese el alimento que había comprado.

La casa estaba muy lejos y tardó mucho en llegar, mas el viento le recibió con los brazos abiertos y una sonrisa amable.

– Dime ¿qué quieres de mí? Has caminado a lo largo de horas con lo que imagino que va a ser algo verdaderamente esencial.

– Vengo a solicitarte que me devuelvas los comestibles que adquirí esta mañana. Tu soplido fue tan fuerte que salieron disparados y prácticamente no me queda dinero para hacer la adquisición otra vez.

El viento se sintió un tanto abochornado.

– Lo siento, tienes razón… ¡En ocasiones me cuesta supervisar la fuerza! Te prometo que no tengo tu comida y me resulta imposible devolvértela, mas para compensarte te regalo este mantel blanco.

– ¿Un mantel? ¡Mas si los manteles no se comen!

– ¡Ja, ja, ja! Apacible, es un mantel mágico; cuando desees comer solo debes decirle: “Mantel, sírveme ricos manjares que estoy hambriento” ¡Te aseguro que es muy obediente!

El muchacho admitió las excusas y se fue con el mantel bajo el brazo.

Todavía tenía por delante un largo camino de vuelta a casa, conque paró en una posada para pasar la noche. Entró en la habitación y enseguida apreció que su estómago estaba totalmente vacío y sus tripas no dejaban de sonar. Se quitó velozmente los zapatos para ponerse cómodo y extendió el mantel mágico en una esquina.

Tal como le explicó el Viento del Norte, afirmó en voz alta:

– Mantel, sírveme ricos manjares que estoy hambriento.

¡Qué maravilla! Sobre el mantel aparecieron múltiples platos a cada quien más delicioso: asado de carne, legumbres con verduras, salmón braseado y tortitas de maíz con chocolate.

¡El chico se puso las botas y no dejó ni las migas! Se acostó con el buche lleno y se quedó de forma profunda dormido, mas no se percató de que había dejado la puerta del cuarto entreabierta y el posadero lo había visto todo desde el corredor.

– Ese mantel debe ser mío… ¡Ahora daré el cambiazo!

El muy ladino procuró en un cajón de la cocina un mantel prácticamente idéntico, y aprovechando que el muchacho roncaba plácidamente, se llevó el mantel mágico y dejó el de lona normal y corriente en su sitio.

Al día después, el joven recogió sus posesiones y retornó a su casa. Encantado, le afirmó a su madre:

– ¡Mira lo que traigo mamá!

– Ya veo, un mantel blanco… ¿Qué tiene de singular, hijo?

– ¡Ahora vas a ver, observa con atención!

Extendió el mantel y exclamó:

– Mantel, sírveme ricos manjares que estoy hambriento.

Nada sucedió y como resulta lógico, la madre se quedó mirando la escena completamente desconcertada.

– Corazón mío ¿te has vuelto desquiciado?… ¡Hablas con un mantel!

El chico no comprendía dónde estaba el fallo ¡¿De qué forma era posible que el mantel mágico no funcionara si la noche precedente lo había hecho con perfección?!

Indignado, enrolló la lona y se fue a ver nuevamente al viento del Norte. Anduvo y paseó sin reposo hasta el momento en que se plantó en su puerta.

– ¿Otra vez acá, chico? ¿Sucede algo?

– ¡Este mantel no sirve para nada, solo es un harapo como otro cualquiera!

– Sosiégate, amigo, todo tiene solución. No sé qué ha podido acontecer, mas te voy a hacer otro regalo todavía mejor a fin de que se te pase el desazón. Ten, este carnero es para ti.

¿Un carnero?

– Sí, un carnero… ¿A que es muy mono? Puesto que te afirmaré que aparte de bonito es mágico. Cuando precises dinero dile en voz alta: “Carnero, dame dinero” ¡Va a ser como tener un banco siempre y en toda circunstancia a tu predisposición!

– ¡Está bien! Espero no tener inconvenientes esta vez. Gracias y hasta siempre y en toda circunstancia.

El joven emprendió el camino de regreso llevándose al carnero sujeto con una cuerda tal y como si fuera un perro. Volvió a parar en la posada con pretensión de pasar la noche, mas ya antes de echarse a dormir, probó a ver si el carnero era mágico de veras.

Mirándole a los ojos, le ordenó:

– ¡Carnero, dame dinero!

¡Se quedó sorprendido! ¡De la boca del carnero salieron las diez monedas de oro más relucientes que nunca había visto!

– ¡Mi madre, esto es increíble!… ¡Este carnero es un genuino chollo! ¡Qué feliz se pondrá mi madre cuando lo vea!

Se tumbó en cama y cedió al animal un lugar a sus pies a fin de que asimismo pudiese reposar.

Desgraciadamente, tampoco esta vez se percató de que no había cerrado totalmente la puerta y el avaricioso posadero le había estado observando todo el rato. Cuando se quedó dormido el muy granuja entró silenciosamente y birló el animal dejando otro igual sobre el jergón.

Al día después el joven y el falso carnero mágico llegaron a casa.

– ¡Mamá, mamá, mira lo que me ha regalado el viento del Norte!

– Ya veo, ya… ¡un carnero! ¿Para qué exactamente lo queremos si no tenemos granja?

– ¡Ahora lo vas a revisar!… Carnero, dame dinero.

El carnero ni se alteró y prosiguió olfateándolo todo con indiferencia. El chaval repitió la oración en voz más alta por si acaso estaba un tanto sueco.

– ¡Carnero, dame dinero!

El carnero se viró hacia él probando que sueco no estaba, mas no soltó ni una simple moneda.

– ¡No es posible!… ¡Mas si ayer por la noche me dio diez monedas de oro! ¡Me largo a lamentarme al viento del Norte!

Estaba tan molesto que cuando el viento le recibió no se anduvo con contemplaciones.

– ¡Ya estoy harto! ¡Este carnero tampoco me sirve! No entiendo qué diablos pasa mas te aseguro que mi paciencia llega a su fin.

– ¡Vaya, lo siento, amigo! Te voy a dar otro regalo que espero que no te defraude. Ten este palo, es lo último que me queda. No es un palo corriente, ya vas a ver. Si le afirmas “¡Queja, bastón!”, lo va a hacer. Creo que va a poder serte realmente útil, confía en mí.

El chaval lo cogió de mala gana y se fue de allá poco persuadido de su valor.

– “¡Un palo que queja! ¿Para qué exactamente voy a poder precisar algo de este modo?”

Llegó a la posada de siempre y en toda circunstancia para hospedarse a lo largo de la noche, y al ver la cara de dicha que puso el posadero cuando lo vio entrar, se dio cuenta de lo que había sucedido.

– “¡Claro, ya lo comprendo! Este género fue quien me birló los 2 regalos y de ahí que se alegra tanto de verme ¡Se enterará el listísimo!”

Se fue a la habitación, dejó el palo al lado de la almohada y se acostó. Después, cerró los ojos y fingió roncar a fin de que el posadero creyera que estaba de manera profunda dormido. Pasados unos minutos, el hombre entró, cogió el bastón y justo cuando iba a salir el chico gritó:

– ¡Queja, bastón! ¡Queja, bastón!

El palo cobró vida súbitamente y empezó a darle golpes en las piernas al posadero, que escapó horrorizado por las escaleras. De nada le sirvió, por el hecho de que el bastón le persiguió sin piedad.

– ¡Uy, uy, qué dolor! ¡Por favor dile que pare, me está destruyendo los huesos!

– ¡Se lo afirmaré si me devuelves el mantel y el carnero, ladrón sobrante!

– ¡Uy sí, sí! ¡Tienes mi palabra!

El joven vociferó:

– ¡Para, bastón!

El palo retornó a su mano derecha tal y como si fuera un halcón amaestrado y el posadero, muy a duras penas, entregó el mantel y el carnero a su auténtico dueño.

El chico retornó a su casa feliz y no con uno sino más bien con 3 muy valiosos regalos: un mantel para tener exquisita comida en cualquier instante, un carnero que le daría monedas de oro cuando se las solicitara y un bastón de armas tomar que le defendería el resto de su vida.

A partir de ese día, y su madre fueron muy dichosos merced al espléndido viento del Norte que, si bien en ocasiones soplaba con demasiada fuerza, sabía de qué forma excusarse y compensar sus meteduras de pata.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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