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El chico inteligente – Mundo Primaria

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Una vez, en algún sitio de Van a ir cuyo nombre no se recuerda, un molinero iba con su burro caminando despacio cara su molino. El animal llevaba en el espinazo 2 grandes alforjas llenas de trigo. El camino era largo y pesado, conque el hombre decidió parar en una posada a restituir fuerzas. Dejó al burro atado al lado de la puerta y entró. Solicitó algo comida, tomó agua fresca, y cuando salió para proseguir su recorrido, el burro no estaba.

Lo procuró por doquier mas parecía haberse difuminado. Mientras que miraba por la una parte de atrás, al lado del pozo de agua bebible, se halló con un joven que pasaba por allá. Agobiado, se aproximó a él.

– ¡Eh, !… ¿Has visto por acá a mi burro? Llevo un rato buscándolo y no aparece en ningún lado.

El muchacho le miró a los ojos y no vaciló en responder.

– ¿Es un burro que está ciego del ojo izquierdo, es cojo de la pata derecha y va cargado con sacos de trigo?

El hombre levantó las manos y dio un salto de alegría. Su cara estaba roja y parecía a puntito de explotar a raíz de tanta tensión amontonada.

– ¡Sí, sí! ¡Ese es! ¡Menos mal que lo has encontrado! ¿Dónde se encuentra mi burro?

– Lo siento señor, siento decirle que no he visto a su borrico – afirmó el chaval con cara de circunstancias.

– ¿Qué?… ¿Me estás tomando por idiota? – se encolerizó el molinero – ¡Puesto que te enterarás! Ahora vamos a contarle todo esto al regidor y va a hacer justicia ¡Te propinará un severo castigo por mentiroso!

El hombre, que era alto y fuerte, cogió al debilucho chaval por una oreja y le llevó a rastras hasta el hombre más sabio y justo de la urbe. Le contó la historia del borrico y tras oír atentamente todos y cada uno de los detalles, el regidor se dirigió al muchacho.

– A ver… Seamos prudentes. Si no has visto al burro de este señor ¿Cómo sabes con perfección de qué forma era?

El joven se explicó con claridad.

– Yo estaba al lado del camino por donde pasó el burro. Me percaté de que la huella de su pata derecha era menos profunda que la huella de su pata izquierda, con lo que deduje que el burro cojeaba de esa pata. Asimismo vi que había menos yerba en el lado derecho del camino y eso me hizo meditar que estaba ciego del ojo izquierdo y que había comido la yerba solo en el lado por el que podía ver. Al lado de las huellas del burro asimismo había granos de trigo y por lógica imaginé que se le habían caído de las alforjas al pasear.

Los 2 oyentes se quedaron sorprendidos. Jamás habían visto a un joven tan inteligente y refulgente. El molinero debió solicitarle excusas y salió de la sala abochornado y presto a continuar buscando a su burro. El regidor le felicitó y le presagió un buen futuro.

– Me ha sorprendido agradablemente tu capacidad de pensamiento – le afirmó sonriendo y dándole un pellizco cariñoso en la nariz – ¡Quién sabe!… ¡Quizás seas el próximo regidor!

El joven reventó en carcajadas y se fue por donde había venido.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

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