Saltar al contenido

El campesino y el diablo

Portada » cuentos cortos infantiles para niños » El campesino y el diablo

Disfruta de este cuento como quieras

00:00/00:00

Érase una vez un campesino conocido en el sitio por ser un chaval listísimo y ocurrente. Tan despierto era que un día logró burlar a un demonio ¿Deseas conocer la historia?

Cuentan por ahí que un día, mientras que estaba labrando la tierra, el joven campesino se halló a un diablillo sentado encima de unas brasas.

– ¿Qué haces ahí? ¿Quizá descansas sobre el fuego? – le preguntó con curiosidad.

– No precisamente – respondió el demonio con determinada chulería – Realmente, bajo esta hoguera he oculto un enorme tesoro. Tengo un cofre lleno de joyas y piedras hermosas y no deseo que absolutamente nadie las descubra.

– ¿Un tesoro? – El campesino abrió los ojos como platos – Entonces es mío, por el hecho de que esta tierra me pertenece y, todo cuanto hay acá, es de mi propiedad.

El pequeño diablo se quedó pasmado frente a la soltura que tenía ese mozuelo ¡No se dejaba atemorizar ni tan siquiera por un demonio! Como sabía que en el fondo el chaval llevaba razón, le planteó un pacto.

– Tuyo va a ser el tesoro, mas a condición de que me des la mitad de tu cosecha a lo largo de un par de años. Donde vivo no existen ni las hortalizas ni las verduras y lo cierto es que deseo darme un buen atracón de ellas por el hecho de que me chiflan.

El joven, que a inteligente no le ganaba absolutamente nadie, admitió el trato mas puso una condición.

– Me semeja bien, mas a fin de que entonces no haya riñas, te vas a quedar con lo que medre de la tierra cara arriba y yo con lo que medre de la tierra cara abajo.

El diablillo admitió y firmaron el pacto con un apretón de manos. Después, cada uno de ellos se fue a lo propio. El campesino plantó remolachas, que como todos sabemos, es una raíz, y cuando llegó el instante de la cosecha, apareció el demonio por allá.

– Vengo a buscar mi parte – le afirmó al chaval, que sudoroso recogía cientos y cientos de remolachas de la tierra.

– ¡Uy, no, no puedo darte nada! Quedamos en que te llevarías lo que creciese de la tierra cara arriba y este año solo he plantado remolachas, que como mismo ves, nacen y medran cara abajo, dentro de la tierra.

El demonio se enojó y deseó mudar las condiciones del pacto.

– ¡Está bien! – gruñó – La próxima vez va a ser al revés: vas a ser quien se quede con lo que brote sobre la tierra y yo con lo que medre cara abajo.

Y dicho esto, se fue murmurando. Pasado un tiempo el campesino volvió a la labor de sembrar y esta vez cambió las remolachas por semillas de trigo. Meses después, llegó la hora de recoger el grano de las doradas espigas. Cuando resurgió el demonio presto a llevarse lo propio, vio que el campesino se la había vuelto a dar con queso.

– ¿Dónde se encuentra mi una parte de la cosecha?

– Esta vez he plantado trigo, con lo que todo va a ser para mí – afirmó el chaval – Como ves, el trigo medra sobre la tierra, cara arriba, conque lárgate por el hecho de que no pienso darte nada de nada.

El demonio entró en cólera y pataleó el suelo echando espuma por la boca, mas debió cumplir su palabra por el hecho de que un trato es un trato y nunca se puede romper. Se fue de allá maldiciendo y el campesino listo, fallecido de risa, fue a buscar su tesoro.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

Estos cuentos asimismo te pueden gustar:

Los 2 amigos¿Y ahora qué?La monacuento La preciosa yacente para primariaEl gran sustoThe Velveteen Rabbit (El conejo de peluche)Cargando…

El navegador que usas está desactualizado. Las alocuciones no pueden reproducirse. Instala la remata versión del navegador Chrome para aprovechar de todas y cada una de las funcionalidades de los cuentos interactivos

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)