Saltar al contenido

El caminante inteligente – Mundo Primaria

Portada » cuentos cortos infantiles para niños » El paseante inteligente

Disfruta de este cuento como quieras

00:00/00:00

Tras múltiples horas caminando bajo el sol un hombre pasó por una pequeña granja, la única que había en muchos quilómetros a la redonda. El olorcillo a cocido llegó hasta su nariz y se percató de que tenía un apetito de lobo. Llamó a la puerta y el dueño de la casa, bastante seco, le abrió.

– Buenas tardes, señor.

– ¿Quién es y qué busca por estos lugares?

– No se asuste, soy un simple viajante que va de paso. Me preguntaba si podría invitarme a un plato de comida. Estoy fallecido de apetito y no hay por acá ninguna posada donde tomar algo caliente.

El granjero no se compadeció y para quitárselo de encima le afirmó en un tono muy despectivo:

– ¡Puesto que no, no puedo! Son las 5 y mi esposa y ya hemos comido ¡En esta casa somos muy puntuales y rigurosos con los horarios, conque no haré ninguna salvedad! ¡Váyase por donde vino!

El hombre se quedó chafado, mas en lugar de venirse abajo, reaccionó con astucia; justo cuando el granjero iba a darle con la puerta en las narices, sacó un billete de 5 pesos del bolsillo de su pantalón y se lo dio a un niño que jugaba en la entrada.

– ¡Toma, guapo, a fin de que juegues! ¡Si deseas otro dímelo, que tengo muchos de estos!

El granjero vio de reojo de qué forma el ignoto le obsequiaba un billete de los gorditos a su hijo y pensó:

– “Este tipo he de ser rico y eso cambia las cosas… ¡Le voy a invitar a entrar!”

Abrió la puerta nuevamente y con una enorme sonrisa en la cara, le afirmó muy educadamente:

– ¡Está bien, pase! Mi mujer le va a preparar algo bueno que llevarse a la boca.

– ¡Oh, es muy afable, gracias!

Aguantando la risa, el viajante pasó al comedor y se sentó a la mesa ¡Había echado el anzuelo y el pez había picado!

Mientras, el granjero, un tanto inquieto, entró en la cocina para charlar con su mujer. En voz baja, le dijo:

– Creo que este ignoto está forrado de dinero pues le ha regalado a nuestro hijo un billete de 5 pesos ¡y le escuché decir que tiene considerablemente más!

– ¿De verdad?… Pues no podemos dejarle escapar ¡Debemos aprovecharnos de él como sea!

– ¡Sí! Vamos a procurar que esté lo más contento posible y ya se me va a ocurrir algo.

El granjero y su mujer adornaron la mesa con flores y sirvieron el alimento en platos de cerámica fina que se sintiese como un rey, mas el viajante sabía que tanta atención no era ni por caridad ni por afabilidad, sino lo hacían por puro interés, pues creían que era rico y deseaban quedarse con una parte de su dinero ¡El plan había surtido efecto por el hecho de que era lo que deseaba que pensasen!

– Señora, este es el mejor arroz con pollo que he comido en mi vida ¡Tiene manos de oro para la cocina!

– ¡Mil gracias, me alegro mucho de que le guste! ¿Le apetece un café con bizcocho de manteca?

– Si no es molestia, admito encantado su convidación.

– ¡Claro que no, ya se lo traigo!

El postre estaba para chuparse los dedos y el humeante café fue el conclusión perfecto a una comida increíble.

– Mil gracias, señores, todo estaba verdaderamente exquisito. Y ahora si me excusan, necesito ir al servicio… ¿Podrían señalarme dónde se encuentra?

– ¡Claro, faltaría más! El váter está al lado del granero; salga que en seguida lo va a ver.

– Mil gracias, caballero, ahora vuelvo.

El taimado viajante salió de la casa con la pretensión de no regresar. Afuera, al lado de las escaleras de la entrada, proseguía jugando el niño; parecía muy entretenido haciendo un aeroplano de papel con el billete que dos horas ya antes le había regalado. Se aproximó a él y de un tirón, se lo quitó.

– ¡Dame ese billete, muchacho, que has jugado bastante!

Lo guardó en el bolsillo, rodeó la casa y echó a correr.

– ¡Debo largarme antes que los muy tontos se percaten de que les he engañado!

Y de este modo, con el buche lleno y partiéndose de risa, el viajante se fue por siempre, contento pues había logrado burlar a quienes habían querido aprovecharse de él.

© Cristina Rodríguez Lomba

Licenciada en Geografía y también historia. Especialidad Arte Moderno y Moderno.

Registrado en SafeCreative.

Estos cuentos asimismo te pueden gustar:

El zorro y el espinoEl granjero y el tokaebiEl anillo del elfoEl papagayo y la cacatúaEl viejo cánido cazadorLa joroba del dromedarioCargando…

El navegador que usas está desactualizado. Las alocuciones no pueden reproducirse. Instala la remata versión del navegador Chrome para aprovechar de todas y cada una de las funcionalidades de los cuentos interactivos

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)