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Cuento El Enano Saltarín para primaria| Mundoprimaria

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En un tiempo lejanísimo, se encontraba un rey dando un camino por sus tierras, pasó por una pequeña aldea en la vivía un molinero así como su preciosa hija. Al interesarse el rey por ella, el molinero engañó para darse importancia:

-Como veis Majestad, es realmente bonita, mas además de esto es capaz de transformar la paja en oro y hilándola con una rueca. El rey quedó sorprendido agradablemente por la habilidad que tenía la molinera, con lo que no dudo un momento y la llevo con él a su palacio.

Una vez en el castillo, el rey ordeno que condujeran a la hija del molinero a una habitación llena de paja, donde había asimismo una rueca.

-Tienes hasta el alba para transformar esta paja en oro, como ha dicho tu padre. Si no me ha dicho la verdad y no eres capaz de hacerlo, vas a ser desterrarada.

Cuando el rey salió de la habitación y quedó en solitario, la joven rompió a plañir desconsoladamente.

-¡Uy, por qué razón va a haber dicho mi padre eso sería capaz de tejer la paja para transformarla en oro , si eso es imposible!

La joven proseguía llorando cuando sintió una musiquilla y, de repente, apareció un estrambótico personaje, era un enanito muy sonriente que le dijo:

-¡ Buenos días, molinerita! ¿Por qué razón lloras?

-¡Uy, señor, el rey me manda que hile toda la paja y la transforma en oro y no sé de qué forma iniciar!

-¿Qué estarías presta a darme si hilo toda la paja y la transformo en oro?

-Solo tengo este collar, te lo voy a dar si me ayudas.

La hija del molinero entrego al pequeño ser la joya y… zis-zas,zis-zas, el enano hilaba la paja que se iba de forma rápida transformando en oro, hasta el momento en que no quedo ni una brizna de paja, la habitación resplandecía por el brillo del oro.

Cuando el rey verificó la hazaña, guiada por la avaricia, dijo:

-Vamos a ver si puedes hacer lo mismo el día de hoy, afirmó mostrando una habitación mucho mayor y más llena de paja que la del día precedente.

La chavala estaba agobiada, puesto que creía imposible cumplir la labor, mas al escuchar los lloros como el día precedente, apareció el enano saltarín:

-¿Qué me das si hilo la paja para transformarla en oro? -preguntó al hacerse perceptible.

-Solo tengo está sortija -Afirmó la joven propagando su dedo a fin de que pudiese ver el anillo.

-Comencemos puesto que, respondió el enano.

Y zis-zas, zis-zas, fue transformando toda la paja en oro hilado.

Pero la ansía del rey no tenía fin, y cuando verificó que se habían cumplido sus órdenes y contemplo toda la habitación llena de oro, anuncio:

-Vas a repetir la proeza de nuevo, si lo logras, te voy a hacer mi esposa, puesto que creía que, pese a ser hija de un molinero, jamás hallaría mujer con dote mejor.

Una noche más sollozo la chica, y nuevamente apareció el enano.

-¿Qué me vas a dar a cambió de solventar tu inconveniente? -Pregunto, saltando y brincando.

-¿Qué estarías presta a darme si hilo toda la paja y la transformo en oro?

-No tengo más joyas que ofrecerte, y pensando que esta vez estaba perdida, gimió afligida, ayúdame y are cualquier cosa por ti.

-Bien, en un caso así prométeme que en el momento en que te cases me entregases el primer hijo que tengas.

-¡Mas si no me pienso desposar!

-Bueno. Eso no importa ahora, prométemelo -afirmó el saltando el enanillo.

La chavala aceptó

-Quién puede saber lo que sucederá en el futuro -pensó.

Y como ya había ocurrido ya antes, la paja se iba transformando en oro conforme el extraño enano hilaba.

Cuando el rey entró en la habitación, sus ojos llenos de avaricia relucieron más todavía que el oro que estaba contemplando. Pasados unos días convocó a sus súbditos para festejar la boda.

Durante un tiempo vivieron juntos y tras un año tuvieron un bello hijo.

La hora reina había olvidado el percance con la rueca, la paja, el oro y el enano, y de ahí que se susto enormemente en el momento en que una noche apareció el duende saltarín demandando su recompensa.

-Por favor, enano, por favor, ahora tengo riqueza, te voy a dar todo cuanto quieras.

-Deseo a tu hijo – demandó el estrambótico enano.

-No, por favor, señor, pedidme lo que deseéis, mas dejadme a mi hijito. Tanto suplicó y ruego la reina, que conmovió al enano.

-Está bien, voy a darte una ocasión. Te doy 3 días de plazo qué adivines cuál es mi nombre, si lo aciertas voy a dejar que te quedes con el niño.

La reina no durmió en toda la noche procurando rememorar los nombres que sabía.

Al día después, cuando llegó el enanito, la reina le recito todos de carrerilla:

Arturo, Guillermo, Federico, Matías… mas cada uno de ellos de ellos el enano daba un pequeño salto y riendo decía:

¡No, no, ese no es mi nombre, ja,ja,jaja! Y desaparecía contentísimo al ver que no adivinaba su nombre.

Al día después se presentó nuevamente el enano saltando y riendo.

-¿Me dirás mi nombre?

Y la reina comenzó a decir los más extraños nombres que había oído en su vida: Atanagildo, Turismundo, Theusidelo, Ervigio…

-¡No, no es mi nombre, no lo acertarás! ¡nunca! ¡nunca lo adivinarás!

Por más qué pensó y se devano los sesos la molinerita para buscar el nombre del enano, jamás acertaba la contestación adecuada.

Viendo la reina que debía adivinar el nombre del enano, al tercer día, mando a un servidor de la corte a buscar nombres diferentes por todos los límites del planeta.

El emisario llego hasta lo más alto de una montaña, y oculto tras unos arbustos, vio como un pequeño duende bailaba cerca de una fogata, mientras que tocaba una flauta y al tiempo cantaba:

-Yo solo tejo,

A absolutamente nadie amo

Y Rumpelstilzchen tengo por nombre,

El servidor de la Corte, al escuchar esto, corrió enseguida decírselo a la reina, que se puso contentísima.Y al otro día, cuando llegó el enanito, la reina comenzó como siempre a decirle nombres:

-Es posible que te llames Sisenando o bien quizá Kamplujito

Y a cada fallo de la joven, el enano daba un pequeño salto y decía:

-No, no, no, ja ja ja Jamás lo adivinarás. -Uhmm…entonces… es posible que te llames… ¡Rumpelstilzchen!

-¿Qué? ¿De qué forma haz dicho? ¡Aaaajjjj! No, no puede ser ¡te lo ha debido decir el mismísimo Demonio!

El enano saltarín no podía opinar que la reina hubiese adivinado su nombre, mas si, lo había dicho, Rumpelstilzchen, muy enojado y con cara de malhumor, dio un enorme salto saliendo por la ventana dejando tras de sí un enorme indicio de humo.

Se esfumo por siempre, jamás más volvió a incordiar a la reina, que vivió siempre y en todo momento feliz, al lado de su hijito y su esposo el rey.

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Conoce ciertos datos sobre el cuento de El Enano saltarín

El cuento de El enano saltarín, asimismo conocido como el cuento de Rumpelstiltskin, es un cuento folclórico incorporado por los hermanos Grimm en la edición de mil ochocientos doce del libro cuentos de la niñez y del hogar.

Rumpelstiltskin procede del original Rumpelstizchen, un nombre generalmente designado para un duende maligno, que hace ruidos al sacudir objetos, en el folclore alemán. En esta historia convergen ciertos elementos más propios de muchos cuentos de hadas: la realización de labores imposibles, el intercambio del hijo o bien el nombre secreto.

El cuento de El enano saltarín cuenta la historia de un molinero que, deseando dárselas de esencial, engaña al rey contándole que su hija es capaz de transformar la paja en oro utilizando una rueca. Para probar dicha habilidad, el rey encierra a la hija del molinero en una habitación llena de paja con una rueca. El rey la amenaza con que si no es capaz de hacerlo, le quitará la vida. La chavala se echa a sollozar entristecida y entonces aparece en la habitación un duende quien transforma la paja en oro para ella a cambio de su collar.

Al día después, el rey hace lo mismo poniendo, esta vez, a la muchacha en una habitación más grande. El duende vuelve a hacer lo mismo, esta vez, a cambio de un anillo. El tercer día, cuando la chavala ha sido llevada a una habitación todavía más grande bajo la promesa real de que si es capaz de cumplir su proeza se casará con el rey, el duende vuelve a asistirla, esta vez, a cambio de su primer hijo nacido de ese matrimonio.

La chavala se casa con el rey y tienen un hijo. Cuando el duende vuelve a por su premio, la nueva reina procura convencerle. El duende le ofrece un trato: si la chica es capaz de adivinar su nombre, va a poder quedarse con el niño.

El personaje de Rumpelstiltskin ha sido referido en abundantes contextos musicales, literarios y cinematográficos.

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