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El águila y el milano – Cenicientas.es

En la rama de un viejo árbol descansaba un águila de mirada triste y corazón roto. Su pena era tan grande y profunda que no deseaba ni volar. Múltiples días llevaba ahí la pobre infeliz, sin comer y sin charlar con absolutamente nadie.


Un milano que la vio, se posó junto a ella y deseó saber qué le sucedía.


¿Qué te pasa, águila guapa, que no deseas saber nada del planeta?


El águila miró al milano zalamero de reojo.


– Me siento muy mal… Deseo formar una familia y no encuentro una pareja que me quiera de veras.


– ¿Por qué razón no me admites a mí? – preguntó de repente el milano – Yo estaría encantado de ser tu leal compañero.


– ¿Tú?… ¿Y de qué forma me vas a cuidar?


– Bueno… ¡Mira qué alas tan preciosas tengo! Por no charlar de mis patas, fuertes como ganchos de hierro. Con ellas puedo apresar todo cuanto desee. Si me admites como pareja, jamás te va a faltar de nada. Mi última proeza ha sido apresar un avestruz.


– ¿Un avestruz?… ¡Mas si es un animal enorme! – afirmó sorprendida el águila.


– Sí, lo sé – asintió el milano con el pecho inflado – Es grande y pesa mucho, mas puedo con eso y más. Si te casas conmigo, voy a cazar una para ti.


El águila estaba maravillada y se persuadió de que ese valiente y fornido milano era indudablemente la pareja ideal. Se casaron y esa noche, el águila le solicitó que cumpliese su promesa.


– Te recuerdo que prometiste traerme un avestruz ¡Anda, ve a por ella!


El milano levantó el vuelo y se ausentó a lo largo de unas horas. A su regreso, traía entre sus patas un ratón pequeño y maloliento. El águila dio un paso atrás aterrada.


– ¿Es esto lo que has logrado para mí? ¡Afirmaste que me obsequiarías un avestruz y apareces con un repulsivo ratón de campo!


El milano, con su desvergüenza, contestó:


– De todas y cada una de las aves del cielo, eres la reina. Para lograr que te casases conmigo he debido engañar. No es cierto, no soy capaz de capturar avestruces, mas si no te hubiese contado esa historia, nunca habría logrado tu confianza ni te habrías fijado en mí.


El águila se quedó afligida. Entendió que muchos están prestos a lo que sea con tal de lograr sus objetivos y, esta vez, la engañada había sido .


Moraleja: ten cuidado con los que te ofrecen cosas increíbles pues pueden ser falsas promesas. Hay quien usa el engaño para impresionar a el resto. Debemos tener los pies en el suelo y aprender a distinguir a la gente honesta, que es la que verdaderamente vale la pena.

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