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Juegos de tu infancia que tus hijos cono conocen

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Hubo un tiempo en que los juegos de la niñez no precisaban conexión a la red o bien pantallas HD, bastaba con salir a la calle. Era una fantástica temporada en la que llevábamos el pelo a tazón, pantalones cortos o bien vestidos con tablas. No es que nos hayamos puesto nostálgicos (bueno, un tanto sí) es que hay un montón de juegos que marcaron nuestra niñez y que nuestros hijos ni tan siquiera conocen.

En Planeta Primaria hemos elaborado esta lista de juegos que marcaron la niñez de los que ahora somos progenitores, a fin de que recuerdes aquellos tiempos y enseñes a tus hijos aquellos juegos que tan gratos recuerdos te traen y con los que pasabas horas jugando en la calle.

Poco a poco vamos a ir ampliando esta lista con lo que si echas de menos algún juego puedes dejarnos un comentario en nuestro Fb.

¡A jugar!

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Churro, media manga, mangotero

¿Cuántas horas pasaste en la calle jugando con tus amigos a “Churro, media manga, mangotero”, recuerdas de qué manera se jugaba?

Se hacían 2 equipos. Uno de ellos (el que “paraba”) se ponía en fila india. El primero de ellos (la madre) se apoyaba de espaldas a la pared y el resto, en frente de este, se inclinaban apoyando la cabeza entre las piernas del de delante. De este modo formaban una enorme columna sobre la que los miembros del otro equipo debían saltar (desde el último miembro de la columna hacia “la madre”) y quedarse sentados en el lugar sobre el que caían, si bien podían avanzar un tanto ayudándose de las manos.

El objetivo era que todos y cada uno de los miembros del equipo que brincaba se subiesen a la columna. Una vez estaban todos arriba el primer saltador afirmaba “Churro, media manga, mangotero” y ponía su mano en el antebrazo (churro), a mitad del brazo (media manga) o bien en el hombro (mangotero), a continuación los del equipo “que paraba” debían adivinar dónde había puesto el brazo. Si acertaban estos pasaban a saltar y si no lo acertaban, o la columna se derribaba, se reiniciaba el juego con exactamente las mismas situaciones.

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El gua

¿Recuerdas de las canicas? Las tenía que arcilla, de hierro y de cristal. En todo distrito de la temporada había un buen “descampao” dónde jugar a las canicas. Uno de los juegos más populares era el “Gua” que recibía el nombre del orificio (gua) que se hacía en la tierra. Acá nos jugábamos nuestras canicas preferidas, el primero lanzaba su canica hacía el gua dejándola aproximadamente cerca del orificio, conforme la estrategia de cada uno de ellos.

El objetivo era dar a la canica de un contendiente, cuando hacías esto volvías a tirar en dirección al gua, si tu canica entraba te quedabas con la que habías tocado asimismo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=»40721″ img_size=»full» alignment=»center»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Teléfono escacharrado

No tenía nada que ver con teléfonos inteligentes, bastaba con un conjunto de amigos sentados en círculo, uno empezaba una pequeña historia y se la transmitía al de al lado (al oído) este se la contaba al que tenía del otro lado y de este modo hasta cerrar el círculo. Cuando acababa el recorrido se verificaba que porcentaje de la primera historia había llegado al final, por turnos cada uno de ellos afirmaba “este me ha dicho que…” Lo bueno era ver de qué manera se iba distorsionando la historia a media que se pasaba de uno a otros.

Bote, botero

Se hacía una marca en el suelo sobre la que se ponía un bote o bien lata parcialmente lleno de arena. Se asignaba el papel a uno de los jugadores de ser “el que pilla” y empezaba el juego.

Para iniciar uno de los jugadores pegaba una patada al bote lo más lejos posible, “el que pilla” debía ir a procurarlo y regresar a la marca de espaldas. Tiempo que aprovechaban los jugadores para ocultarse. El juego consistía en no ser descubierto por “el que pilla”, si era de esta manera, este chillaba ¡Bote, botero por nombre del jugador! al retornar corriendo a tocar el bote ya antes que el otro.

Cuando te cogían debías continuar quieto en una zona así como el resto cogidos. Solo podías regresar a jugar cuando habían cogido a todos y cada uno de los jugadores (pocas veces pasaba esto) o bien cuando uno de tus amigos llegaba al bote sin que “el que la pilla” le viese y le pegaba una patada chillando ¡Bote, botero por mí y por mis compañeros! Entonces todos y cada uno de los jugadores quedaban libres y podían regresar a ocultarse.

Rayuela / Truque / Tejo

El nombre cambia conforme la zona en la que vivieses.

Lo primero era hacer el dibujo en el suelo con una tiza ¿seríais capaces de hacerlo ya? Una vez habíamos hecho los números del uno al diez en sus respectivas celtas y un círculo algo más grande (llamado cielo) para el número diez, nos poníamos en fila. (Había otras modalidades con dibujos más complejos y más números)

El primero en jugar tiraba la tiza, o bien una piedra o bien tejo después brincaba sobre las celdas en orden y lo más deprisa posible. Se brincaba a la pata coja en las celdas individuales y con las 2 piernas (una en todos y cada celda) en los tramos dobles. Cuando pasabas al lado de la tiza, debías agacharte sin pararte y cogerla. Una vez llegabas al cielo, la casilla más lejana dabas un salto giratorio y volvías al comienzo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=»40722″ img_size=»full» alignment=»center»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Chapas y peonzas

¿Cuántas rozaduras y raspones en las rodillas te has podido hacer jugando a las chapas? Te preparabas tu equipo favorito y pasabas la tarde con tus amigos.Las mejores chapas estaban hechas con un pequeño pedazo de lona que forraba la chapa y se prensaba con un cartón del diámetro de la chapa, de esta manera pesaba más. Después podías pintar sobre la lona los tonos de tu equipo preferido y el nombre y el número de los jugadores.

Las peonzas acostumbraban a ser de madera, con la punta de hierro y bastante pesadas. Se tiraban con una cuerda en todo distrito había genuinos maestros. Nos encantaba decorar las peonzas con diferentes colores y verlas virar. Uno de los juegos más frecuentes (si bien había muchos) y que se ha trasmitido a lo largo de múltiples generaciones es el de “El pique” consistía en enfrentamientos con otros jugadores en los que se echaba a suertes quién tiraba primero, los jugadores que iban después procuraban tirar su peonza sobre las que estaban bailando y “dejarlas secas”. Si todos tiraban sin dar a ninguna el primer jugador podía coger su peonza y tirar a dar a la que quisiese, en orden los jugadores hacían lo mismo hasta el momento en que una a una las peonzas eran derruidas y solo quedaba una que era “la reina” y a la que no se podía agredir en la próxima partida.

Muchos pegábamos chapas o bien poníamos chinchetas en la parte plana de la peonza para eludir que se partiese si otra peonza golpeaba sobre ella y la rompía.

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