Muchos niños empiezan a decir palabrotas cuando son pequeñísimos y cuando aún no saben el significado de estas palabras malsonantes. La reacción de los progenitores determinará si proseguirán diciéndolas o bien no, con lo que es esencial que los progenitores sepan de qué forma reaccionar de tal forma que el niño no desee proseguir diciendo palabrotas delante de sus amigos, profesores y familiares. Es posible que el niño aprenda palabrotas jugando con sus amigos, viendo la T.V. o bien caminando por la calle. Si bien los progenitores jamás afirmen palabrotas, no van a poder eludir que en algún instante el niño oiga y aprenda una palabra malsonante.
La reacción de su padre o bien su madre determinará el empleo de las palabrotas.
Los niños no saben qué es lo que significa esa palabrota que han escuchado en la TV, o bien que ha dicho su compañero el día de hoy en clase. Es esencial tener en consideración que no saben qué es lo que significa. No obstante, afirman este género de palabras malsonantes pues procuran una reacción por la parte de los progenitores, familiares, amigos o bien profesores que están delante de él cuando la afirman. Procuran que estas personas se rían, se enojen o bien aun que se ruboricen. Si logran esta reacción deseada, proseguirán pronunciando estas palabras que tanto enojan a progenitores y profesores.
Sin embargo, si no logran la reacción aguardada, van a dejar de decir esas palabrotas pues de súbito ya no van a tener sentido. Ya no servirán para lograr el propósito que se habían marcado, y decir la palabrota va a dejar de ser un juego por el hecho de que ya no va a funcionar.
Las reacciones que vamos a deber eludir.
El género de reacción equivocado que los progenitores acostumbran a tener en el momento en que un niño afirma palabrotas es enojarse. Los progenitores que chillan al escuchar estas palabras, que prohíben el empleo de las palabrotas y que riñen y castigan a sus hijos, o bien aun que se muestran abochornados cuando el niño afirma una palabrota delante del maestro, de los abuelos o bien los tíos, están logrando un resultado inopinado. Pese a que crean que con el enfado, el castigo o bien la prohibición lograrán que el niño no vuelva a decir palabrotas, la verdad es que el niño es demasiado pequeño para entender el significado de la palabrota y únicamente la dice como una parte de un juego, para lograr una reacción del padre. Esta reacción que busca puede ser el enfado del padre, o bien que se sonroje. Cuando logra que el padre se enfade con él o bien sienta vergüenza delante del resto familiares, proseguirá pronunciando palabrotas en su día tras día y el padre no logrará lo que verdaderamente quiere: que no vuelva a pronunciarlas más.
Otra reacción muy errada.
Reírse cuando el niño afirma una palabrota es un inconveniente pues motiva al niño a regresar a vocalizar este género de palabras malsonantes. Como ya hemos comentado, el niño no sabe qué es lo que significa la palabrota, y únicamente la pronuncia como una parte de un juego, para lograr una reacción determinada. Si el padre se ríe (si bien sea de forma inquieta) cuando el niño ha dicho una palabrota, el niño entenderá que toda vez que desee hacer reír a su padre va a poder decir las palabrotas que tanto oye en la T.V. o bien en el patio. Por esta razón, el padre no va a deber reír (ni enojarse) cuando oiga palabrotas en casa.
La única reacción admisible cuando el niño afirma palabrotas.
La indiferencia es la única reacción que va a ayudar a los progenitores a lograr que el niño no vuelva a decir palabrotas. Cuando afirme una palabra malsonante, es esencial que los progenitores y profesores ignoren este acontencimiento y hagan tal y como si no hubieran oído nada. El niño no logrará la reacción aguardada (la risa, el enfado, la vergüenza) y va a aprender que decir palabrotas no es ameno por el hecho de que, al no conseguir la reacción aguardada, deja de ser un juego.