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Las 9 fases de un viaje familiar

No nos marchamos a mentir, los viajes del interior a la playa eran peores antes: turismos más pequeños, sin aire acondicionado, sin sillas adaptadas, sin GPS, sin tablets… Y no obstante prosigue habiendo cosas que jamás cambian y que transforman los viajes familiares en una prueba de convivencia (y supervivencia) digna de reality de TV.

El equipaje

Vamos a cooperar todos a fin de que no se nos olvide nada importante: ropa para salir, ropa de diario, pijamas, lencería, bañadores, toallas para la playa, sombrilla, cubo y zapas para hacer castillos, lentes de bucear, silla plegable, colchoneta hinchable, el peluche que le obsequiaron al nacer y del que no se ha separado, una manta (por si las moscas), la muñeca y sus complementos de playa, juguetes acuáticos, un pompero (por qué razón no), la cometa que adquirimos hace tres veranos y todavía no hemos estrenado, un frisbee, un balón, raquetas… espera ¿de veras hemos metido una manta?

¡Al maletero!

Ahora, escoge qué metes en el maletero y qué dejas en la parte delantera… ¿Y de qué forma lo haces? Vale, primero las más grandes y después en los huecos ponemos las bolsas más pequeñas… No, espera, pondremos las bolsas más pequeñas en los recovecos del maletero y después en la parte central podemos poner las maletas grandes… O bien podemos probar a poner las maletas grandes en el fondo, y más adelante las más pequeñas… Mira, mételo como puedas.

El madrugón

Tenemos que salir ya antes que absolutamente nadie, por el hecho de que si no cogeremos caravana. Pon el despertador a las 6:30 (lo de madrugar es relativo y personal). ¡No te duermas!

Todos al coche

¡Todos a sus puestos! Aseguraos de que lleváis a todos y cada uno de los niños, contadlos (si bien sean dos), ya sabemos que las películas son películas y es posible que a tu hijo de ocho años no se le dé tan bien como a Kevin McCallister en Solo en Casa.

Las primeras dos horas

Como habéis madrugado tanto los niños se van a dormir en seguida y vais a tener dos horas de paz, mas el apetito aprieta y a las 9:30 (al final siempre y en toda circunstancia sales después de lo que deseabas) conduzco y copiloto precisan restituir fuerzas y, seguramente ciertos niños ya se haya despertado (se han pasado todo el curso involuntariamente levantarse para ir al instituto, mas nueve meses después han logrado “coger la hora” para ir al cole y despertarse solos) cantando “tengo hambre”. Busca una estación de servicio: cafés y leche con cacao para todos (¡OJO! no te confundas al repartir los menús).

Las siguientes dos horas

Tripa llena, energías repuestas y todos de vuelta al turismo con la mejor actitud y todas y cada una de las ganas de playa. ¿Dónde vamos? ¿Qué veremos? ¿Cuántos días? ¿Puedo meterme en la piscina sin manguitos (recuerdas que no has cogido los manguitos y debes adquirir otros)? Etcétera Y al final el temido “me aburro”. Tuvisteis la idea de preparar unas canciones infantiles para el viaje, pon el CD y ¡A cantar! (sí, asimismo se semejan a ti en su habilidad para cantar).

Pasáis de esta manera los próximos cuarenta minutos, pronto, alguien vuelve a aburrirse (hijos, papá o bien mamá) y hay que mudar de actividad: pondremos una película… Con suerte los niños volverán a dormirse.

La última hora

Ya huele a playa, se ven gaviotas, palmeras… y más turismos (muchos) que asimismo desean llegar a su destino: caravana. Es posible que la última hora se transforme en hora y media.

Después de treinta minutos, de más preguntas (han visto un parque temático, un zoo… ¿podemos ir allá? ¿y allá?”) os libráis del tráfico y volvéis a la marcha… Espera, el pequeño se ha mareado.

La última hora (la de veras)

Has llegado a la ciudad/pueblo en cuestión, veis la playa en la distancia (¡bien!) mas hay que buscar el piso en ese laberinto de edificios de diez plantas, urbanizaciones y calles angostas y, lo peor, un lugar para estacionar. Evidentemente, os perdéis, los niños están inquietos, estáis inquietos, el GPS sin batería y toca recurrir al mapa: situaos, ¿estáis cerca?, realmente estáis en la otra punta del pueblo…

La llegada

Os bajáis bailando del turismo, estiráis las piernas en un paso digno de la mejor academia de danza y seguís festejando con confeti y maracas (evidentemente) hasta llegar a la puerta del piso. ¡Prueba superada!

!Felices vacaciones¡

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