Saltar al contenido

El dragón de Wawel

Según cuenta una historia de leyenda polaca, hace muchos siglos, en las tierras regidos por el príncipe Krakus, comenzaron a acontecer hechos extrañísimos que absolutamente nadie conseguía entender.

Dice la historia que en sus dominios había una colina famosa como la colina de Wawel. Un día, sin saber por qué razón, empezaron a faltar personas que vivían en los pueblos lindantes, gente que de súbito un día se difuminaba y de la que jamás nunca se volvía a saber nada. Por si acaso esto fuera poco, los pastores comenzaron a apreciar asimismo que, toda vez que hacían recuento de ovejas, en sus rebaños siempre y en toda circunstancia faltaba alguna.

Los habitantes de la zona estaban desconcertados ¿De qué forma era posible que personas y animales desapareciesen tal y como si se los hubiera tragado la tierra? Algo iba mal, mas absolutamente nadie tenía ni la más mínima idea de de qué manera solventar el misterio.

Un día, un chaval que paseaba por la colina, descubrió una gran gruta tapada por unos matorrales. Asomó la cabeza y se quedó paralizado de miedo: allá dentro dormía un dragón verde de piel refulgente y tamaño exorbitante .Tenía un aspecto que daba pánico y toda vez que roncaba, las paredes de la gruta vibraban tal y como si fuesen de papel.

Temblando como un flan salió pitando de allá y bajó al pueblo más próximo para informar al mundo entero. Después, fue al castillo para comunicárselo asimismo al príncipe Krakus, quien siendo consciente de la horrible amenaza que suponía el reptil alado, mandó a los soldados más valientes de su ejército a combatir contra él.

Un conjunto enorme, armado hasta los dientes, tomó con rumbo a la colina con una sola misión: ¡derrumbar al temible oponente! Mas el dragón, que estaba despierto, vio que el ejército se aproximaba y también intuyó que iban a por él.

Muy colérico, salió de su guarida, cogió aire y los expulsó de allá lanzando bocanadas de fuego por su enorme boca. Los soldados salieron volando como muñecos de harapo, envueltos en una suerte de huracán caliente y con el trasero un tanto chamuscado.

Evidentemente, la operación resultó un descalabro. El dragón era demasiado feroz, demasiado fuerte y demasiado peligroso para acercarse.

El príncipe Krakus, como último recurso, decretó un bando real: quien lograra vencer al monstruo, se casaría con lo que más quería: su dulce hija Wanda.

Una nueva de semejante magnitud no tardó en extenderse como la pólvora y llegó a oídos de un joven y guapo zapatero. El chaval, que era muy humilde mas inteligente como el que más, decidió procurarlo y realizó un plan infalible.

¿Deseas saber qué hizo?… Logró la piel de un borrego, la rellenó con azufre y alquitrán, y de noche, cuando el dragón dormía, la puso en la entrada de la caverna. Cuando se despertó de su profundo sueño, el animal vio la falsa oveja, se relamió y la devoró con ansia.

La comió tan veloz y con tantas ganas, que al concluir sintió mucha sed y bajó al río Vístula a tomar. El agua penetró a borbotones en su enorme estómago, y al tomar contacto con el azufre y el alquitrán que se había tragado sin percatarse, la tripa le explotó en mil pedazos.

El zapatero fue ovacionado como un genuino héroe y recibió todos y cada uno de los honores posibles, si bien el mejor de todos y cada uno de los premios, fue casarse con la preciosa princesa Wanda. Afirman que fueron muy felices, a lo largo de toda la vida.

Hoy en día, en Polonia, hay una población en torno a la colina donde vivió, hace tantos siglos, el peligroso dragón. Se considera una de las urbes más esenciales y preciosas del país y tiene por nombre Cracovia, en honor a uno de los protagonistas de esta historia: el príncipe Krakus.

Si cualquier día vas a visitarla, vas a poder revisar de qué forma muchos de sus habitantes aún recuerdan esta hermosa historia legendaria que sus abuelos les contaron cuando eran niños y que va pasando de generación en generación.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)